¡Buen día, gente!
Espero estén teniendo un excelente día, que las cosas, dentro de lo que cabe, hayan salido de la mejor manera, y cómo me dice el vago de la esquina: «Si pudiéramos regresar en el tiempo, esta tierra ya no existiría…»
Cada vez que habla me asusta, pero a veces me hace pensar, ¿De dónde es este tipo y cómo es que sabe tanto? Y mientras las preguntas afloraban en mí cabeza, recordé cierto relato que leí una vez sobre el tiempo y la aplicación de la tecnología al deseo de hacer algo.
El relato lleva por nombre: Los Hombres Que Asesinaron a Mahoma. Es de Alfred Bester, un antiguo periodista y escritor de ciencia ficción, fallecido en 1987.
Del Contexto…
En primera instancia, nos encontramos con una historia escrita y publicada en 1958. El autor escribía episodios para un programa de televisión y alguien le pidió que escribiera un relato sobre el tiempo. Según cuenta, en un principio quería hacer algo serio, pero a medida pensaba lo que iba a soltar sobre el papel, se estresaba más y más y eso no era bueno para él, porque cuando lo hacía, comenzaba a escribir comedia, quizás para desestresarse, lo que hizo que el relato adquiriera un tono sarcástico.
De esa manera, quedó una historia de lo más peculiar sobre los viajes en el tiempo, en una época en donde la ciencia ficción estaba teniendo un auge importante, gracias a los divulgadores científicos de entonces, tales como Isaac Asimov, Arthur C. Clarke y Robert A. Heinlen, quienes, después de la Segunda Guerra Mundial, hicieron que el mundo tomara con mayor seriedad a estas historias, especialmente por su visión de la tecnología y de los beneficios que podíamos tener como humanidad, si se aplicaba con buenas intenciones.
Y justo ahí es donde entra este relato. Los Hombres Que Asesinaron a Mahoma, el cual, pese a ser una historia más del género, también es una de las pocas que nos muestra que el hombre, dejándose llevar por sus instintos, por muy inteligente que sea, puede borrar hasta su existencia.
Del Relato…
Nuestra historia comienza con un narrador haciendo una introducción en donde habla de un hombre que mutiló la historia, que con sus actos habría borrado al planeta, y luego hace una incursión por el científico loco y por los descubrimientos que hombres notables hicieron gracias a esta locura genial que llevaban en sus cabezas, y entonces nos menciona al protagonista, pero sin florituras.
Es un tipo listo, inteligente, sagaz, capaz de entender la ciencia y utilizarla con buenas intenciones, hasta que un día vuelve a casa y encuentra a su esposa abrazándose con otro hombre, pero, en vez de actuar como un tipo ordinario e ir donde ella y preguntarle qué pasa, se va a su sótano y movido por la ira, construye una máquina del tiempo, con ayuda de alguien en una línea telefónica que le brinda la información necesaria para construirla y las consecuencias de hacerlo.
Cabe aclarar que dentro del relato, se menciona a una Universidad Desconocida, donde ocurren los mayores eventos de la historia, esos que cambiarían al mundo; a la cual se puede acceder hasta que ellos te llamen, no al revés, y al parecer, nuestro hombre, es uno de esos, razón por la que tiene acceso a esta línea.
Y es aquí donde entran en juego los pensamientos del autor con los movimientos de su época, ¿Puede un hombre irascible, movido por los malos sentimientos, hacer algo bueno? La respuesta nos la da el mismo relato cuando vemos que la creación de la máquina del tiempo, lejos de ser para algo bueno, es para regresar al pasado y matar a la madre de su esposa, para que esta nunca nazca y de esa manera no viva el engaño.
Y justo aquí es donde se encienden las paradojas que hemos visto en otras películas, especialmente en la de La Máquina del Tiempo, la adaptación de la novela con Guy Pierce como El Viajero; en donde crea la máquina para volver atrás y salvar a su esposa, pero se da cuenta de que eso es imposible, porque al volver y salvarla, pierde el motivo por el cual creó la máquina, y a su vez, esta nunca es creada, por lo cual no vuelve al pasado y su esposa nunca es salvada, lo que nos dice que ella siempre debe morir. Pero, antes de que saliera la película, Alfred Bester había escrito este relato, y su manera de resolver el problema del viajero en el tiempo, es magnifica.
Sinceramente, no quiero arruinar sus experiencias al decirles la resolución de la historia, porque cada cual tiene que vivirla con gusto. Sin embargo, si me gustaría hablar de cómo tus acciones modifican la naturalidad de las cosas.
Cuando se creó la bomba atómica, Einstein dijo, que de haber sabido lo que harían, mejor habría sido relojero. Y es entonces que adquieren sentido las palabras al principio del relato, cuando hablan de un hombre que mutiló la historia y que habría destruido al mundo, y me gusta esa palabra en la que hacen hincapié, «habría», porque de haber podido, tal y como hizo desde el principio, la creación de la máquina del tiempo habría sido otro intento del hombre por arruinarlo todo solo por buscar la satisfacción propia, porque cada vez que algo afecta a muchos, es porque alguien buscó la satisfacción propia.
Y es dónde adquieren fuerza las palabras de Maquiavelo al decir que, el fin justifica los medios.
En Conclusión…
Esperando no haber confundido a nadie, quiero concluir diciendo que, el ser humano tiene el potencial para dominar lo que se le plante enfrente, tantos miles de años de evolución e historia nos los han demostrado. Pero en el momento en el que alguien decide que sus necesidades están por encima de las del resto, todo se viene abajo. Las cosas son así, es como si una ley universal que no podemos ver, pero que está implícita en todo, nos dijera que no hay que pervertir los recursos, porque la desgracia es el único destino que nos aguarda.
Y así como al protagonista, solamente nosotros seremos los culpables de habernos borrado de la existencia humana.
Tal como dijo el vago de la esquina: «Si pudiéramos regresar en el tiempo, esta tierra ya no existiría.»
Espero les haya gustado esta pequeña reseña y que puedan comentar lo que les ha parecido, especialmente los que ya leyeron el relato, y en caso de que no, se los recomiendo, no perderán el tiempo, hablando del tiempo mismo.
Hasta luego.
Puntuación: 9.5/10