Todo estaba en silencio. Lo más que alcanzaban a escuchar eran sus respiraciones agitadas y asustadas y los pequeños susurros que provocaban sus voces orando para que Dios los protegiera. De resto, no había ningún otro sonido en el lugar, ni siquiera proveniente de afuera. Los bombos, los cantos, incluso las risas, todo se calló, solo perpetuaba el siniestro silencio….