«Quien salva una vida, salva al mundo entero»
—Mishná 4:5
¿Qué tal, amigos? ¿Cómo están? Espero que la estén pasando excelente, a pesar del año que nos ha tocado vivir, un año que está muy pronto a culminar. Disculpen el tiempo fuera, pero la universidad, el trabajo y la vida a veces no se llevan bien y siento que los tres se unen para decirme: «¡Quiere llorar, quiere llorar!», por ahí un chiste que no hace gracia.
Y bueno, estamos de vuelta con uno de nuestros temas favoritos y con los que comenzó el blog: La Segunda Guerra Mundial. Y es que, a día de hoy seguiremos hablando de ella como si hubiese ocurrido ayer, por cierto, antier se cumplían ochenta años del ataque a Pearl Harbor, más adelante hablaremos de ello.
De momento, ¡Hoy tenemos un nuevo blog! Y por el título creo que saben de lo que voy a escribir, y lo que ustedes van a leer. Espero que les guste, o en palabras de nuestro viejo amigo, el vago de la esquina: «El poder es saber perdonar»
Una de las razones por las cuales no continué con estos temas, era porque no sabía cómo afrontar el reto de hablar de una de las películas más importantes del séptimo arte, de uno de los directores más reconocidos de todos los tiempos, sin embargo, ahora que ya ha pasado un tiempo prudencial, creo que puedo intentar retomar el tema de la mejor manera posible.
Contexto Histórico
1939-1940
El 1 de septiembre de 1939 estalla la Segunda Guerra Mundial en Europa, para entonces, los ingleses y los franceses pensaron que se trataba de un asunto en broma y un tanto prepotente de parte de Adolf Hitler, quien, mediante algunos de sus elementos en el gobierno que había forjado, entabla relaciones con los representantes de ambos países declarando que si no se cumple lo que pide, entrará en guerra tomando lo que les han quitado.
Los ingleses, llevados de la mano por el Primer Ministro, Neville Chamberlain, intentan evitar que Hitler avance en un movimiento que pondrá a toda Europa en un caos total, pero debido a los intentos vanos de una tregua, Hitler invade Polonia el 1 de septiembre de 1939 y, dos días después, Neville Chamberlain anuncia su dimisión y asume el cargo, por voto popular, Winston Churchill, y con él, El Imperio Británico y la nación francesa entran en guerra contra los alemanes, dando por iniciada La Segunda Guerra Mundial.
En octubre de ese año, con la invasión de Polonia y un perseguimiento hostil a los judíos, Oskar Schindler, un empresario alemán y miembro del partido Nazi, pisa por primera vez Cracovia, ciudad polaca, y decide mudarse ahí y fundar una fábrica esmaltadora de utensilios con el afán de crecer y generar dinero para sus bolsillos. Objetivo principal en un principio, pero luego de ver la crudeza de la guerra, su objetivo cambia.
Debido a las fuertes represalias que los alemanes estaban tomando contra los judíos, entre las que se incluían salarios peor pagados, Schindler decide contratarlos como mano de obra barata para su fábrica. Entre uno de esos judíos, se encontraba Itzhak Stern, quien pasó a ser su contador y su empleado más confiable.
Para 1940, el gobernador de ese entonces, Hans Frank, emitió un decreto en el que todos los judíos que no estuvieran en trabajos en favor de la guerra, abandonaran la ciudad. De los 80,000 ciudadanos judíos, solo quedaron 15,000, y estos pasaron a ocupar una estancia en el campo de concentración de Plaszow. A excepción de los judíos de Schindler, quienes, por recomendación de este, gracias a lo que sabía por sus conexiones con la Wehrmacht; se quedaron durmiendo dentro de la fábrica para evitar ser desalojados.
1941-1943
Con el campo de concentración de Plaszow, llegó Amon Göth, el militar encargado del mismo. Un hombre sádico y brutal. Para ese entonces, todas las familias de los guetos habían sido enviados a los campos de concentración cercanos. Muchos de ellos fueron asesinados en el desalojo, y otros miles en las cámaras de gas o dentro de las mismas instalaciones. Según un judío que trabajó para Schindler, esto haría que él cambiara su opinión sobre los nazis y decidiera salvar el mayor número posible de judíos.
Plaszow tardó dos años en construirse, y una vez finalizado, Göth tuvo la idea de trasladar todas las fábricas al interior del recinto. Pero Schindler se opuso a esto y, con adulación y diplomacia, persuadió a Göth no solo de no llevar su factoría al campo, sino de que los militares construyeran un sub campo en la parte trasera de la fábrica. De esta manera, los judíos trabajadores de Schindler estuvieron a salvo no solo del maltrato de los nazis, sino que comieron bien y vivieron bien. Y lo mejor, pudieron seguir practicando sus creencias religiosas.
Durante este tiempo, Schindler pasó varias veces en la cuerda floja por sus actos, teniendo a Göth como el espectador principal. Fue arrestado en dos ocasiones, todo por haber besado a niñas judías, algo impropio por el Acta de La Raza y Reasentamiento. Esto lo dejó en el punto de la mira, pero como era de esperarse, supo salir de esas situaciones y continuó con su labor de salvar a los judíos, a pesar de que todo se pusiera en su contra.
1944-1945
El avance del Ejército Rojo a través de diversos puntos en Europa, obligó a los nazis a cerrar varios campos de concentración, entre ellos el de Plaszow, así como fábricas que no estuvieran dedicadas a la producción de armas. Mietek Pemper, el secretario de Göth, le sugirió a Schindler que cambiara la producción de su fábrica a gránadas antitanques. De nuevo, valiéndose de su persuación y dinero, Schindler convence a Göth y a varios oficiales en Berlín, de trasladar su fábrica a Brünnlitz.
De esa manera evitó que fueran a las cámaras de gas, y con ayuda de Marcel Goldberg, un ex oficial de la policía del gueto judío, Schindler consigue y compila una lista mecanografiada de 1,200 personas. Mil eran suyos y otros doscientos de una fábrica textilera vecina. Todas estas personas fueron trasladadas en tren hacia Brünnlitz, pero aquí fue donde ocurrió una de las cosas que demostró el afán de Schindler por salvar a estas personas.
Resulta que los trenes no llegaron a Brünnlitz, sino que fueron desviados a Gross-Rosen y Auschwitz, los campos de concentración más letales. Schindler envió a su secretaria y fue él mismo en personas, a pelear a sus personas para que les fueran devueltas, una semana después, los trenes estaban viajando nuevamente hacia su destino original.
Todos trabajaron en la fábrica de Schindler, Emalia, construyendo bombas antitanques, las cuales no eran buenas, y todo porque no quería que sus judíos trabajaran en algo así. Al ser cuestionado por los nazis por la baja producción de su fábrica, compró munición ya terminada y la vendió como suya. También en este tiempo consiguió comida y ropa, así como medicamentos para los judíos de su fábrica, quienes vivían dentro de la misma y eran atendidos en un hospital provisional construido en las instalaciones.
Últimos Meses de la Guerra
Schindler continuó sobornando a los oficiales nazis para evitar que mataran más judías. De esta manera terminó en la quiebra. Y el 7 de mayo de 1945, reunió a todos sus trabajadores y escuchó junto a estos por la radio, que el mismísimo Winston Churchill daba por concretada la rendición de Alemania en la guerra. Schindler, al ser miembro del partido nazi, tuvo que huir para no ser enjuiciado por crímenes de guerra. Antes de su huida, Stern, su empleado más confiable, y otros, le entregaron una declaración que atestiguaba que había salvado judíos en la guerra, para que la entregara a los estadounidenses.
También le entregaron un anillo de oro que sacaron de los dientes de uno de los trabajadores. El anillo tenía una frase del talmud: «Quien salva una vida, salva al mundo entero».
La Lista de Schindler
Impresiones Primarias
Seré sincero, la primera vez que vi la película me pareció aburrida.
En este momento en donde veo que vienen con palos, antorchas y rastrillos para llevarme a la hoguera. Pero no puedo mentir en ese sentido, me pareció aburrida, tanto que me dormí a los cuarenta minutos. Quizás fue porque me había desvelado la noche anterior en el trabajo o porque eran las dos de la tarde y a esa hora tomo la siesta cuando estoy en casa. El punto es que me aburrí y me dormí.
Así que no tengo mucho que agregar aquí.
Impresiones Secundarias
Ahora sí, la película me pareció bellísima. Tanto que debo resaltar algunos puntos.
El uso del color en la película me pareció algo muy acertado. Estuve leyendo que la razón de Spielberg de rodar en blanco y negro la cinta, fue para darle más realismo, y vaya que acertó. Es verdad, no parece algo sacado y recuperado de aquellos años, pero se le acerca, y las partes en donde se muestra la crueldad hacia los judíos, consiguen el doble de impacto gracias a este color del metraje. Especialmente cuando se ve a la niña del vestido rojo en dos ocasiones, una caminando en medio del desalojo del gueto, y la otra bajo una de las camas, en donde yace sin vida.
Otro momento que parece casi artístico, es el momento en el que las cenizas salen de una de las chimeneas en Auschwitz. Esas cenizas son de los cuerpos de los judíos incinerados. El blanco y negro las hace parecer nieve, y cuando cae sobre los judíos de Schindler, te hace ver lo lejos que estás de estar ahí, y es donde la película gana un punto más en su dramatismo y en su puesta en escena en blanco y negro, porque nos hace saber que eso realmente pasó, y que somos privilegiados por no haberlo vivido. No solo le dio cara al holocausto, nos hizo mirarlo cómo fue.
Es entonces donde la película resalta su tono «documental». No solo por retratar casi al pie de la letra lo sucedido en la guerra y lo que hizo Schindler, sino por este efecto que nos delimita los espacios, los tiempos y las situaciones revividas en la cinta. Algo que se remarca al final, en donde la imagen cambia a una en color para mostrar a los verdaderos judíos de Schindler para llevar pequeñas piedras a la tumba del mismo, como un homenaje a lo que hizo en vida.
¿Entonces…?
La película es perfecta, bellísima por donde se le mire, a pesar de que me dormí la primera vez, la segunda fue disfrutable. Quizás por entendí lo que quería contarnos, aunque esto no esté de acuerdo con la opinión de los demás. Y es que, a mi parecer, con todo lo visto en el contexto, la historia de esta cinta es el ejemplo perfecto de la empatía y el hecho de ayudar para hacer de este mundo un lugar mejor.
Algo que se remarca cuando los judíos le regalan a Schindler el anillo con la frase del Talmud: «Quien salva una vida, salva al mundo entero», y pensándolo bien, tiene razón. Visto lo visto, y fuera del contexto de la guerra, el año que nos ha tocado vivir, es la situación perfecta para poner en práctica lo que dice esta frase. O en palabras más comprensibles para aquellos que me siguen: «Ama a tu prójimo como a ti mismo».
Vivimos tiempos de cambios difíciles, tiempos muy difíciles, en donde las diferencias se marcan más cada día. En donde vivo eso es cada vez más claro. Un lugar que fue azotado por dos huracanes en dos semanas, dejando inundaciones y sin hogar a miles de familias, momentos en los cuales solo el pueblo veló por el pueblo. Donde apareció un presidente de un país hermano para ayudar a gente que no es de su lugar, aun cuando el presidente de mi país miraba como todo se iba abajo.
Quien salva a una vida, salva al mundo entero. Esa frase suena cada vez más como una obligación moral. Puede ser que ya esté harto de lo que estamos viviendo, o que la película toca fibras sensibles de mis sentimientos, pero es que la veo así. No me parece un relato de la guerra, me parece un llamado a la humanidad a hacer el bien, sin mirar a quien, y a salvarnos a nosotros mismos, a ser buenos con los demás, a ser Justos entre las naciones.
Justos Entre Las Naciones
Es una expresión del judaísmo empleada para referirse tradicionalmente al conjunto de aquellas personas de confesión no judía o extranjeros, que merecen consideración y respeto por observar una conducta moral acorde con los Siete preceptos de las naciones y a los que, según esta creencia, les espera una recompensa divina.
El pueblo de Israel hace esta distinción a todos aquellos que ayudan a su gente, y Oskar Schindler es el único alemán nazi que la recibió y que fue enterrado en el Monte de Sion de Jerusalén por su labor.
El escritor Herbert Steinhouse, en 1948, escribió: «Las excepcionales acciones de Schindler provenían de un elemental sentido de la decencia y la humanidad en el que nuestra sofisticada época ya apenas cree. Un oportunista arrepentido vio la luz y se reveló contra el sadismo y la vil criminalidad que le rodeaba».
Schindler dijo: «Sentí que los judíos estaban siendo destruidos y tenía que ayudarlos, no había otra opción».
Palabras Finales
Y bueno, eso ha sido todo por hoy.
No voy a escribir mucho, ya escribí demasiado. Cada vez mis textos se vuelven más extensos y no estoy seguro de que ustedes quieran muchas palabras.
Lo único que pido, es que sean buenos, lo suficiente como quieran ser tratados.
Me despido en las palabras del vago de la esquina: «El poder es saber perdonar…»