«Es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad»
—Neil Armstrong, El Primer Hombre en La Luna.
¡Buen día gente! Estamos a pocos días de celebrar 51 años de la llegada del hombre a La Luna, a 30 años de la mítica fotografía «Un Punto Azul Pálido» y las sondas Voyager 1 y 2, y hace pocos días que sucedió un evento histórico en este lado de América, el lanzamiento de la Crew Dragon por parte de SpaceX con su cohete Falcon 9. Sin duda, un preludio de la que podría ser la mayor de las exploraciones realizadas por el hombre.
Y tal como me dijo el vago de la esquina: «Estoy regresando… y es el momento más triste de mi vida», que no sé, sinceramente, a qué se refería, pero le da cierto contexto a lo que vamos a tratar ahora: El Cine y La Exploración Espacial.
Les recuerdo que pueden dar sus opiniones en la caja de comentarios, siempre manteniendo el respeto, lo que sea, aquí estaremos para hablar de ello.
Respiren, guarden la calma y vean al cielo, y por un momento, olviden lo que estamos pasando.
Las Estrellas…
«La imaginación a menudo nos lleva a mundos que nunca fueron, pero sin ella, no vamos a ninguna parte».
—Carl Sagan.
Vaga Presentación
Fue hace miles de años que los hombres caminaban por las estepas salvajes de Europa, cazando, buscando agua y refugio, tratando de sobrevivir. Fue hace miles de años que unos cuantos de esos hombres miraron al cielo y plasmaron sus vistas en cuevas mediante pinturas, a las cuales hoy llamamos «Arte Rupestre», dejando a las futuras generaciones un mensaje claro: El cielo es el límite.
El estudio de las estrellas ha estado ligado al ser humano desde la antigüedad, y todas las civilizaciones han tenido contacto con esta ciencia. Aristóteles, Tales de Mileto, Anaxágoras, Aristarco de Samos, Hiparco de Nicea, Claudio Ptolomeo, Hipatia de Alejandría, Copérnico, Johannes Kepler, Galileo Galilei o Edmund Halley han sido algunos de sus cultivadores.
La metodología científica de este campo, La Astronomía, empezó a desarrollarse a mediados del siglo XVII. Un factor clave fue la introducción del telescopio por Galileo Galilei, quién golpeó todas las palabras de la iglesia y sentó las bases de la ciencia, inmortalizando sus actos con esas hermosas palabras, a manera de lucha silenciosa, «Sin embargo, se mueve», cuando le dijeron que se retractara de todo lo que había dicho sobre eso de que la tierra giraba alrededor del sol y no al revés.
El interés por la bóveda celeste no es algo nuevo, ha estado con nosotros desde tiempos inmemoriales, desde que el hombre dejó de ser nómada y se volvió sedentario. Y es que, luego de formar civilizaciones o comunidades, su atención a los astros se fundó, siendo una herramienta útil para la caza y la recolección o los inviernos, donde se requería una preparación para sobrevivir a los cambios climáticos adversos.
En casi todas las religiones existía la cosmogonía, que intentaba explicar el origen del universo, ligando este a los elementos mitológicos. La inmutabilidad del cielo era alterada por cambios reales que el hombre en sus observaciones y conocimiento primitivo no podía explicar, de ahí nació la idea de que en el firmamento habitaban seres poderosos que influían en los destinos de las comunidades y que poseían comportamientos humanos, por lo tanto, requerían adoración o sacrificios para recibir sus favores o calmar su ira, tal como sucedía con los Aztecas y los Mayas, o los Incas.
Cabe destacar que muchas de las construcciones de estas civilizaciones se hicieron gracias a los conocimientos astronómicos, como Teotihuacan en México, cuyos templos importantes llevan los nombres del Sol y La Luna, o la calendarización hecha por los Mayas al observar los astros y sus ciclos, y ni hablar de las líneas de Nazca en Perú.
Los griegos ya sabían de la esfericidad de la tierra, la proyección de la sombra de esta en la luna les demostraba tal hecho, además de que, en el modelo aristotélico, lo celestial pertenecía a la perfección, cuerpos celestes perfectamente esféricos moviéndose en órbitas circulares perfectas.
La Astronomía Observacional estuvo estancada en Europa durante la Edad Media, a excepción de algunas aportaciones como la de Alfonso X el sabio, con sus tablas alfonsíes, o los tratados de Alcabitius; pero floreció en el mundo con el Imperio Persa y la Cultura Árabe. A finales del siglo X, se construyó un gran observatorio cerca de Teherán (Irán), por el astrónomo persa Al-Khujandi, quien observó una serie de pasos meridianos del Sol, lo que le permitió calcular la oblicuidad de la eclíptica.
En el siglo XV, Abraham Zacuto fue el responsable de adaptar las teorías astronómicas conocidas hasta el momento para aplicarlas a la navegación de la marina portuguesa. Esta aplicación permitió a Portugal ser la puntera en el mundo de los descubrimientos de nuevas tierras fuera de Europa.
Sin lugar a dudas, la observación de las estrellas ha sido algo que ha estado con los humanos desde los inicios de este en la tierra, pero, ¿Qué tanto podríamos aguantar observando el cielo sin querer tocarlo?
Incursiones
El cielo siempre ha atraído la atención de los humanos, eso es bien sabido, tanto fue así que en 1634 se publicó la que se considera la primera novela de ciencia ficción: Somnium, la cual narra un hipotético viaje a la luna. Casi doscientos años después, un reconocido escritor francés, y del cual debemos hablar en este blog, publicó una de las obras que marcaría un hito en la ciencia y en la ficción como tal, estamos hablamo de Julio Verne y su novela: De la tierra a la luna.
La historia narra como unos hombres viajan a nuestro satélite natural utilizando un cañón. Muchos de los detalles descritos en esta guardarían cierta similitud con el lanzamiento hecho en Cabo Cañaveral el 16 de julio de 1969, donde tres hombres despegarían y viajarían 384,400 kilómetros a través del espacio para llegar a la luna, un vuelo que les tomaría cuatro días, igual que en la novela escrita cien años antes.
En 1898 y 1901, H. G. Wells, el padre de la ciencia ficción, publicaría La Guerra de Los Mundos y El Primer Hombre en La Luna, respectivamente, describiendo el encuentro con otras civilizaciones y la exploración espacial. Pero no faltaría mucho para que el mundo viera la «realización» de las imaginaciones creadas por estos grandes escritores, cuando en 1902, un viejo ilusionista francés, George Melies, haría posible el viaje a la luna con su adaptación de la novela homónima de Julio Verne.
De aquí para allá, nada detendría al hombre por representar un viaje al espacio, desde siempre lo había atraído, y así como había conocido al mundo, era hora de conocer ese vacío infinito que se alzaba sobre nosotros, era hora de conocer el cosmos, y vaya que todos aportarían lo suyo.
Los Hombres en La Tierra y Su Mirada a Las Estrellas
La Carrera Espacial
Para 1930, el entusiasmo por los cohetes era tan grande en los Estados Unidos como en la URSS. Tanto fue así, que luego de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos y la URSS capturarían a la mayoría de los ingenieros y técnicos de producción que trabajaron en la Alemania Nazi construyendo armas químicas, experimentación química y cohetes. Entre los seleccionados estaba Werhner von Braun, quien participó activamente en el programa de misiles balísticos de los Estados Unidos.
Este hombre estaría más tarde en los primeros pasos del programa espacial estadounidense, es más, sería el líder del equipo que proyectó el famoso lanzador Saturno V, sí, el que llevaría las misiones Apolo al espacio, especialmente la mítica Apolo 11, donde viajaría Neil Armstrong y compañía en el viaje que haría historia.
Históricamente, la carrera espacial comenzaría el 4 de octubre de 1957 con el lanzamiento del satélite Sputnik por la URSS. Este acontecimiento provocó una competición entre la Unión Soviética y los Estados Unidos que culminaría con la llegada del hombre a la luna por parte de la nación con la bandera de las barras y las estrellas.
Al Sputnik le sobrevinó el lanzamiento del primer ser vivo al espacio, la famosa perra Laika, quien el 3 de noviembre llegaría a la órbita terrestre a bordo del Sputnik II, en el cual moriría cuatro días después debido al calor de la reentrada. Diversos animales serían lanzados al espacio por ambas naciones en este periodo de tiempo, antes de que el 12 de abril de 1961, Yuri Gagarin, el primer hombre en ir al espacio, orbitara la tierra durante 48 minutos, a bordo de la Vostok 1, diciendo sus famosas palabras al ver el planeta desde tal altura: «La tierra es azul.»
La primera mujer en hacer tal hazaña sería Valentina Tereshkova, también soviética, en 1963. En toda esta competencia, hay un hombre que sobresale entre el resto, Serguei Koroliov, el ingeniero y jefe del programa espacial soviético, quien consiguió convencer a Nikita Khrushchev, líder de la Unión Soviética por aquel entonces, de invertir en el programa espacial, y es que fue él el que tuvo (realmente) la idea de llevar el hombre a La Luna.
Por otro lado, los norteamericanos se la tenían difícil, ya que los soviéticos les estaban ganando. Su programa espacial apenas estaba comenzando, sin embargo, por el entonces presidente John F. Kennedy, en un famoso discurso en 1961, demostraría que las palabras tienen poder al decir: «Nosotros decidimos ir a la Luna. Decidimos ir a la Luna en esta década y hacer otras cosas, no porque sean fáciles, sino porque son difíciles», dejando en claro que lo harían a la manera estadounidense, solo porque está ahí.
Toda esta carrera terminaría el 20 de julio de 1969 cuando Armstrong bajara del módulo lunar y dijera sus famosas palabras: «Es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad».
Y la controversia se desató alrededor del mundo.
Venimos a hablar de cine, de acuerdo, y hasta el momento he estado hablando de la historia de la exploración espacial, bueno, entonces aquí van unas cuantas recomendaciones sobre películas y como estas bebieron de la realidad y de como una película nos hizo desconfiar del alunizaje.
El Alunizaje y un hombre llamado Stanley Kubrick
Un año antes del alunizaje, el 3 de abril de 1968, se estrenaría en cines estadounidenses la obra magna del entonces conocido director Stanley Kubrick; 2001, Una Odisea En El Espacio, la cual contaría el viaje de unos astronautas que siguen unas señales de radio emitidas por un monolito encontrado en La Luna, el cual parece ser obra de una civilización extraterrestre.
La película fue recibida con críticas mixtas en su momento, pero a medida avanzaron los años, se convirtió en una joya al ser tan adelantada a su tiempo, tanto por sus revolucionarios efectos visuales, en serio, para 1968, esos efectos especiales parecían un excelente primer acercamiento a la exploración espacial, a día de hoy me sigo preguntando cómo los hicieron; así como los múltiples temas que retrata: la evolución human, la tecnología, la vida artificial y la vida extraterrestre. Además de su notable realismo científico.
Sin embargo, su momento de mayor notoriedad no llegaría hasta el 20 de julio de 1969, cuando, tras el alunizaje, muchas personas, incrédulas y conspiranoicas, se lanzarían a decir que todo fue un montaje por parte del aclamado director, lo que le dio más fama a él y a su película, haciendo nacer muchas teorías alrededor de la misma. Por mí parte, comprendo hasta cierto punto que muchas personas pensaran eso, sin embargo, no veo argumentos fundamentados con los cuales puedan alegar tal cosa, eso de que el hombre no llegó a la luna y que todo fue un plan para hace quebrar a la Unión Soviética.
Aun así, la película se merece una buena mirada, especialmente por sus temas y sus efectos visuales, los cuales hacen pensar que la genialidad de Kubrick como uno de los más grandes cineastas, no era un título que se le daba solo porque sí.
De La Tierra A La Luna y De Esta, Al Cine y La Televisión
«Espacio, la última frontera. Estos son los viajes de la nave Enterprise; su misión continúa, explorar nuevos mundos, buscar formas de vida y nuevas civilizaciones, atreverse a ir a donde nadie a ido jamás.»
—Star Trek.
¿Por dónde comenzar a hablar sobre un tema tan extenso en cuanto películas y series que hablen de la exploración espacial? Hay tantas y tantas que, el abanico de posibilidades es extenso y podemos quedarnos cortos, sin embargo, para respetar el tiempo del lector para que pueda embarcarse a tan interesantes viajes, dejaré aquí unas cuantas recomendaciones, como tributo al deseo innato del ser humano por ir a las estrellas, a ese lugar del que
venimos.
Star Trek Sin Límites y Star Trek En La Oscuridad, son las que abrirán esta lista. Ambas son parte de una trilogía, cuya parte central es la tripulación de la nave interestelar Entreprise, cuya misión es buscar nuevas formas de vida y civilizaciones, atreviéndose a ir a donde nadie ha ido. El primer vistazo de estas historias fue visto de manera serial por miles de televidentes en la década de los 60s, como parte de esas historias de ciencia ficción sobre el hombre y su viaje por el espacio, la última frontera. Cabe destacar que, cuando apareció la serie, nadie pensó que muchos de los aparatos utilizados en la misma serían vistos en la actualidad, como las pantallas táctiles y celulares.
Otro aspecto a recalcar de las películas es su atención en el hombre, sí, el elemento explorativo está ahí, pero el hombre es el principal motor de la película, siendo sus emociones, sentimientos y pensamientos ante lo desconocido lo más importante, haciéndonos pensar que más habrá pasado por la mente de Armstrong cuando vio la tierra desde la luna.
Interestelar. Era inevitable que hablara de esta película, simplemente debía estar aquí. Hace un tiempo, para ser precisos, abril del 2019, se fotografió por primera vez a un agujero negro. Un evento que marcaría un hito en la historia de la astronomía, especialmente por lo interesantes y misteriosos que resultan estos objetos en el espacio, más que todo por su invisibilidad, habilidad que se rompía gracias al disco de acreción (una teoría planteada por muchos científicos, entre ellos Stephen Hawkins), o mejor dicho, la luz que lo rodeaba y la cual se tragaba, siendo esto lo que se fotografiaría y no el agujero en sí.
Ambientada en un futuro no muy lejano en donde la tierra se ha quedado seca y las cosechas están siendo azotadas por plagas y la exploración espacial es un cuento fantásticos, se nos muestra a Joseph Cooper, un astronauta que ahora es agricultor, padre de dos hijos y con sueños sobre volver al espacio. Enmarcada en el clásico viaje del héroe, pero con teorías y realismo científico, demasiado realismo, esta película se gana un lugar en esta lista simplemente por ese primer y anticipado vistazo a un agujero negro que se come a una estrella, parecido, pero muy parecido, a esa fotografía del 2019. Además de la apasionante historia que nos cuenta, en donde un hombre tiene que decidir entre su familia y el futuro de la humanidad y su nuevo hogar entre las estrellas. Quizás algún día hable sobre esta cinta, pero de momento, se quedará aquí como anotación.
The Martian (Misión Rescate a Marte).
SpaceX sorprendió al mundo el pasado 30 de mayo del 2020 con su lanzamiento de la Crew Dragon, mediante el Falcon 9, desde el Centro Espacial John F. Kennedy. Para todos fue una demostración de las capacidades con las que ahora cuenta la humanidad para volver al espacio, aunque solo sean los norteamericanos los que se lleven este crédito, aunque hay muchas personas de otras nacionalidades metidas en ese proyecto.
Sin embargo, así como lo dicta su nombre, no solo fue una demostración de la capacidad de los ingenieros de Elon Musk para regresar al hombre al espacio, sino una demostración de qué tan en serio van con este sueño de llevar el hombre a Marte. Oh, sí, y es que, desde que comenzó este proyecto, Musk ha declarado que su sueño de explorar el espacio piensa hacerlo posible mientras tenga vida y los recursos, y al parecer, esto será posible en unos dos años.
Entonces, y solo para cerrar estas recomendaciones y un artículo problemático, nos quedamos con esta película: The Martian.
Nos cuenta la mala suerte de un explorador espacial, Mark Watney, que se queda atrapado en Marte luego de que la misión en la que viajaba se viera comprometida por una tormenta de arena. Dado por muerto y sin apenas recursos, Watney tendrá que ingeniárselas para sobrevivir y contactar a la NASA para su rescate, llevando a cabo algunas actividades que podrían considerarse increíbles, pero acertadas.
Basada en la novela homónima y de la mano de Ridley Scott, esta película lanza ese primer acercamiento realista a lo que tendría que enfrentarse un ser humano al llegar a un planeta extraño y tan curioso como lo es Marte. Con ciertas teorías científicas, fundamentadas en investigación previa y algunas especulaciones, la historia logra enganchar desde el principio, haciéndonos preguntarnos si algo así sería posible y si nos volveríamos locos si lo viviéramos o haríamos lo posible para sobrevivir.
Recomendable al cien por ciento, la película es una interesante manera de entender el por qué ese afán de ir a las estrellas, de cruzar esa frontera final.
Nuestro Destino
Debo decir que este es el artículo que más problemas me ha dado para redactarlo, sobre todo por lo que implica y las vertientes que pudo tomar y a las cuales no profundicé para no perder el sentido, espero me perdonen si parecía que me iba por las ramas en algún momento.
El espacio siempre ha sido uno de los temas que más me ha fascinado desde que tengo memoria, quizás porque uno de los primeros libros que tuve hablaba sobre ello, o porque cada noche, mientras podía, miraba a las estrellas intentando comprender qué había allá arriba. Cualquier cosa pudo ser, de eso no hay seguridad, de lo que sí la hay, es que es algo que compartimos los seres humanos a través de las generaciones, y los hechos hablan por sí solos, de ahí a la parte histórica de este artículo.
Sin embargo, y casi jurando a pies puntillas, es casi inaudito decir que es un lujo costoso esto de explorar el espacio, tomando en cuenta la cantidad de problemas que hay alrededor del mundo, parece casi egoísmo el querer lanzarse a las estrellas, dejando todo el problema atrás. ¿Acaso esto nos dice que los seres humanos intentamos ignorar el desastre a tratar de solucionarlo? Tal vez, o tal vez no, porque día a día, millones de hombres, mujeres y niños, se levantan a hacer de este mundo un lugar mejor, porque es el único hogar que tenemos, tal como diría Carl Sagan hace unas décadas luego de que las Sondas Voyager se alejaran de la tierra y tomaran esa mágica fotografía de nuestro planeta.
Aun así, es casi un sueño ver las estrellas y pensar nuestro lugar entre ellas, algo que muchas de las películas mencionadas, así como los libros, tratan de reflejar, así como el espíritu aventurero del ser humano. No sé cómo lo vivirán ustedes, pero yo sigo creyendo que un cielo estrellado es uno de los mejores paisajes que puedo ver todavía en este mundo, o desde aquí. Pero, esa no es una razón para olvidarme de los problemas que tengo y tenemos, que es lo que a veces reflejan las acciones de los hombres al querer ir y conocer planetas, o mirar cual sería nuestro segundo hogar en el cosmos. Quizás algún día miren hacia atrás, hacia abajo, hacia el planeta y comprendan que todo está aquí, por más que quieran ir allá.
De esta manera me despido, de una muy distinta, como diría el vago de la esquina: «Estoy regresando… y es el momento más triste de mi vida». Y esperando no tener problemas con los derechos de autor y con ustedes por hacerlos tomarse su tiempo para leer esto, dejaré aquí un extracto de las palabras de Carl Sagan tras ver la fotografía «Un Punto Azul Pálido»:
«Nuestro planeta es una solitaria mancha en la gran y envolvente penumbra cósmica. En nuestra oscuridad —en toda esta vastedad—, no hay ni un indicio de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos. La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Asentarnos, aún no. Nos guste o no, por el momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos. Se ha dicho que la astronomía es una formadora de humildad y carácter. Tal vez no hay mejor demostración de la locura de los conceptos humanos que esta distante imagen de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos mejor los unos a los otros, y de preservar y querer ese punto azul pálido, el único hogar que siempre hemos conocido.»
—Carl Sagan, 14 de febrero de 1990.