«No sé de qué hablar… ¿De la muerte o del amor? ¿De qué?»
—Una voz silenciosa. Voces de Chernóbil.
¿Qué tal les va? Espero que bien, dentro de lo que se espera. Nuestro saludo será corto, como a veces suele decirme el vago de la esquina: «Nada es justo. A lo máximo que se puede aspirar, es a que sea lógico». Tal ves sus palabras no tengan sentido, casi nunca lo tienen cuando lo escucho, pero yo trato de darles uno.
No olviden dejar su comentario, al igual que compartir.
Aquel fatídico día de aquel fatídico año (Lo que debemos saber)
«En la vida de todos hay capítulos ocultos que se espera nunca puedan ser conocidos».
—Agatha Christie. El caso de los anónimos.
Un Comienzo…
26 de abril, 1986. A la 1:23:58 de la madrugada, una fuerte explosión despertó a la gente de Prípiat, Ucrania. Desde los edificios, lejos de la Central Eléctrica Nuclear Vladímir Ilich Lenin, podía observarse el fuego y el reflejo de este alzándose hacia el cielo en una gran columna de humo negro y rojo. Minutos después, cuadrillas de bomberos de toda la ciudad irían a apagar el incendio. Al llegar, se encontraron con una de las paredes del Reactor 4, destruida, había escombros por todas partes y miles de pedazos de un material negro y extraño, el cual aventaron con manos y pies hacia adentro, mientras el agua era vertida en el fuego intentando apagarlo.
Horas después, todas las mujeres cuyos maridos eran los bomberos tratando de apagar el incendio en la central nuclear, llegarían al hospital por ellos, muchas se encontrarían con la noticia de que ninguna debería estar ahí y que debían volver, algunas no volvieron a verlos, otras, con ayuda de enfermeras, se colaron a las instalaciones y se encontrarían conque sus esposos estaban hinchados, irreconocibles. Uno de ellos le pidió a su esposa embarazada que se fuera, que lo olvidara, por el niño, pero ella no obedeció, se quedó ahí a atenderlo, sin saber que solo estaría con él unas horas más, ya que sería uno de los primeros en morir por la radiación del que sería el mayor desastre nuclear en la historia de la humanidad.
«Según diversas observaciones, aquel día se registraron niveles elevados de radiación en Polonia, Alemania, Austria y Rumanía; el 30 de abril, en Suiza y el norte de Italia; el 1 y 2 de mayo, en Francia, Bélgica, Países Bajos, Gran Bretaña y el norte de Grecia; el 3 de mayo en Israel, Kuwait y Turquía. Proyectadas a gran altura, las sustancias gaseosas y volátiles se dispersaron por todo el planeta. El 2 de mayo se registró su presencia en Japón, el 4 de mayo, en China; el 5, en India; el 5 y 6 de mayo en Estados Unidos y Canadá.»
«Bastó menos de una semana para que Chernóbil se convirtiera en un problema para todo el mundo.»
«Consecuencias de la avería de Chernóbil en Belarús», Minsk. Escuela Superior Internacional de Radioecología. Sájarov, 1992, p. 82.
El Cuello de Botella…
A pequeña escala, las autoridades de la central, tanto como las de la ciudad, aconsejaron no alarmar a nadie y tomar las medidas necesarias en cuanto a lo que estaba pasando, entre ellas, quedarse en el pueblo y solo mantenerse alejados de la central, esto debido a que los dosímetros (medidores de radiación) marcaban niveles muy bajos que una persona podría soportar: 3.6 Rötgens por hora (R/h), una dosis letal sería de 100 R/h; sin embargo, los dosímetros que podían registrar niveles de 1,000 R/h no estaban al alcance, uno por haber sido enterrado entre los escombros por la explosión, y el otro por haberse quemado tan solo encenderse. Los dosímetros restantes solo registraban 3.6 R/h, que era el límite y donde se quedaba atascada la aguja, por lo que, los operadores, asumieron que el nivel de radiación se hallaba en algún punto por encima de esa marca.
No obstante, esa misma madrugada del 26 de abril, muchos de los presentes en la reunión de los dirigentes de la central y la ciudad, comenzarían a sentir los efectos nocivos de la radiación, como ser el vómito y pérdida del conocimiento.
La noticia voló rápidamente hasta el gabinete político de la URSS, con Mijaíl Gorbachov a la cabeza, y luego de una serie de trabas entre los conservadores y los «Nuevos Pensadores», se llevó a una decisión casi día y medio después, cuando las posibilidades de parar y minimizar el desastre eran casi nulas. En aquella reunión, un hombre de nombre Valeri Legasov, le diría al Secretario General, Gorbachov, que se debía prestar toda la atención necesaria al desastre antes de que este pudiera escalar a una situación inimaginable.
Para tal enfrentamiento, Legasov se fundamentó en un informe inmediato al desastre en donde se detallaba los hechos ocurridos luego de la explosión, entre los cuales se contaban los pedazos de escombro de color negro y extraño que los bomberos habían encontrado. Este material resultó ser grafito, en ese momento, todos preguntaron qué significaba eso, a lo que Legasov respondió que el único lugar donde podía hallarse grafito en la central nuclear, en específico en el reactor 4, era justamente en el núcleo, como recubrimiento del mismo, y si este estaba en pedazos en el suelo fuera del reactor, eso solo quería decir que el núcleo había explotado.
En su informe, se describía también que una posterior lectura de un dosímetro traído de otro lugar, marcó un nivel arriba de los 1,000 R/h, y que las zonas más afectadas del edifico del Reactor 4 marcaban una lectura de 5.6 Rötgens por segundo, o sea, 20,000 R/h. Lo que indicaba que algunos de los trabajadores y bomberos que no contaban con el equipo necesario, estuvieron expuestos a dosis letales en menos de un minuto.
Fue entonces que se encomendó a una comisión, comandada por Legasov, para tratar de detener y contener el desastre, sin mayores problemas, guardando celosamente lo sucedido. Fue así que se comenzó una evacuación completa de la ciudad de Prípiat 36 horas después del desastre, la cual concluyó casi cuatro horas después, quedando solamente personal científico y militar en el lugar, el cual fue denominado Zona de Exclusión, o como se le conoce ahora, La Ciudad Fantasma de Prípiat.
Un Desastre de Escala Global
La evacuación de Chernóbil, la ciudad próxima a Prípiat, y por la cual se apodaba así a la planta, se evacuó hasta el 2 de mayo. Para entonces, ya había más del 1,000 afectados por los efectos agudos de la radiación. Días después, helicópteros del ejército soviético realizarían vuelos sobre la central para soltar materiales que contuvieran y absorbieran la radiación, estos materiales eran una mezcla de arena, arcilla, dolomita, plomo y boro. Un total de 1,800 vuelos para soltar 5,000 toneladas de material, las cuales, en vez de ayudar, destruirían la estructura exponiendo más el núcleo y la liberación de nucleidos al exterior.
Fue entonces que se llamó a los «Liquidadores», jóvenes de la reservas del ejército soviético, de entre 20 y 30 años para trabajar en la limpieza del material radioactivo que se encontraba fuera del reactor; así como a unos mineros, de las áreas más cercanas, para cavar un túnel e instalar un sistema de refrigeración para enfriar al núcleo, que aún continuaba en llamas. Esta tarea fue un fracaso, por lo que se rellenó el túnel con hormigón, para reforzar el terreno y evitar que los materiales cayeran a las reservas subterráneas del río Prípiat.
Para el 16 de mayo, casi tres semanas después y con un desastre incontenible, casi como una derrota y decepción personal, Gorbachov daría un informe sincero admitiendo la magnitud terrible de la tragedia y lo que se estaba haciendo para contenerla. La prensa internacional no vio esto con buenos ojos y atacó la respuesta tardía del secretario, como una suavización de la tragedia y un encubrimiento de los efectos colaterales que ya comenzaban a sentirse en Europa. De esta manera se catalogó al Accidente de la Centra Nuclear de Chernóbil como nivel 7 en la Escala Internacional de Accidentes Nucleares (INES), siendo, junto al Accidente en Fukushima, los únicos en llegar a este nivel.
Mucha de la información gráfica de entonces se mostró gracias al trabajo fotográfico de Igor Kostin, quien estuvo en el lugar para inmortalizar el trabajo de los liquidadores y su exposición a altas dosis de radiación en un intento por devolver los escombros al núcleo antes de dar la solución final al desastre.
Un sarcófago para enterrar el accidente y las penas causadas por este… (Primera Parte)
Fue así como se decidió construir una estructura alrededor del reactor para contener así el desastre, un «sarcófago», mismo que tardaría 209 días en terminarse y «concluir» de una vez por todas la tragedia. Dejando con graves secuelas a Europa y al mundo, al modelo de gobierno y a la percepción que se tenía sobre la URSS, así como una mala imagen sobre la Energía Nuclear y sus potenciales peligros a la humanidad y al mundo.
En total, la URSS recuenta 31 muertos por el desastre. No se toman en cuenta las vidas de los Liquidadores ni de aquellos científicos y civiles que perdieron la vida meses y años después al desastre.
Chernóbil y Su Mensaje Moral y Mortal
«¿Cuál es el costo de las mentiras? No es que las confundamos con la verdad. El verdadero peligro es que si escuchamos suficientes mentiras, ya no reconocemos la verdad en absoluto.»
—Valeri Legasov. Chernóbil, HBO, 2019.
Sobre la serie (Primera Parte)
Fue el año pasado que vi esta serie llamada así como esa ciudad ucraniana. Para entonces, solo había visto unos cuantos documentales y vídeos acerca del desastre, no más. En mi mente solo había información concerniente a los daños colaterales causados por la catástrofe, un pueblo abandonado y el cual no será habitado en al menos doscientos años, así como el daño genético a la fauna del lugar. Por mi cabeza no pasaban ni se presentaban las vidas de las personas que habitaron una vez ahí, no había nada. Solo eran estructuras y árboles, animales deformes, pero sin gente, hasta que vi Chernobyl, o Chernóbil, al español.
Hace poco leí una crítica sobre la serie, una que hablaba de sus primeras seis palabras y la importancia de haberse dirigido en inglés a pesar de ser una historia de la URSS. Y ahora que he hecho una remembranza sobre ese episodio de mi vida, entiendo por fin a lo que se refería ese escritor.
Basada en un marco histórico como lo fue La Guerra Fría y su gran ímpetu por el desarrollo nuclear, Chernóbil nos presenta una primera pregunta que se confunde en dos palabras, «vidas» y «mentiras», de ahí a su importancia en el idioma, donde ambas suenan casi iguales «lives» y «lies», diciéndonos que hablará sobre las vidas y las mentiras, y el costo que estas últimas representaron para las primeras.
Tan solo en los primeros minutos vemos a Legasov, nuestro guía en esta historia, y su verdad, la cual debió ser siempre contada, la verdad de un científico y su llamado de atención a la moral y a la ética de las naciones, pero eso es adelantarnos a los hechos, porque en cinco episodios, cinco horas en total, conoceremos el por qué de sus palabras, el por qué de sus actos, por qué tomó la decisión de ofrendar su vida en pos de conocer a Las Voces de Chernóbil.
De acuerdo, no estoy siendo muy directo en este punto, entonces vayamos a lo claro y conciso (alerta de spoiler).
Luego de conocer a Legasov y su ofrenda por la verdad, viajamos al pasado a ese momento exacto, a aquel fatídico día de aquel fatídico año en donde ocurre la desgracia. Una joven mujer que caminaba hacia la cocina ve un destello a lo lejos y luego un leve temblor golpea el apartamento y despierta a su esposo. Es un joven bombero, este debe ir al lugar y actuar para apagar el incendio. Para este punto, y sabiendo todo lo que has leído hasta ahora, en tu mente comienzan a aflorar respuestas y preguntas, expresiones, emociones y sentimientos.
Lo primero que pensé fue: «No, no vayas, vas a morir», pero sus horas estaban contadas y nadie en el mundo iba a poder decirles lo que estaba por venir, ni siquiera iban a vivir lo suficiente para saberlo, y la única persona que podía decir algo, estaba a cientos de kilómetros pensando en quién sabe qué. Y entonces te encuentras a ti mismo mirando el resto del episodio, mirando como poco a poco estas personas se acercaban a su horrible destino, sin que nadie pudiera avisarles sobre ello. Era una horrible matanza silenciosa. El átomo humilla.
Te encuentras a ti mismo con toda la información del principio, moviéndose de un lado a otro en tu cabeza, preguntándote por qué, solamente eso. Porque en tu mente no queda más que una serie de palabras que no terminan de formular las miles de ideas que se presentan en tu cerebro tratando de entender lo que sucedió. O al menos eso fue lo que me sucedió a mí, porque aunque sabía lo que la serie iba a contar, dónde había comenzado y dónde había terminado todo, a mí mente por fin venían las personas.
Ya no eran edificios viejos y abandonados, ya no eran animales deformes, no, ahora había personas, había animales vivos, niños, mujeres, hombres, había progreso, edificios grises, pero llenos de almas con sueños. Quizás por ello no comprendía nada, no comprendía como en un instante todo cambió y se fue al carajo, a falta de otra expresión. Cada segundo ahí era horas de vida menos, todo estaba arreglado para el desastre, para morir.
Sobre la serie (Segunda Parte)
«¿Y qué se hace ante eso? Solo nos quedaría abandonar la esperanza de la verdad y conformarnos, en su lugar con historias. En estas historias no importa quiénes son los héroes. Solo queremos saber a quién culpar.»
—Valeri Legasov. Chernóbil, HBO, 2019.
Solo es una sucesión de ideas, las divido así para poder entender mejor lo que escribo.
Chernóbil, la serie, es una historia bajo diferentes lentes. Por un lado, tenemos una historia policíaca. El accidente es el crimen, Legasov el detective y las víctimas, son las víctimas. Por el otro, es una historia sobre el amor, la vida y la muerte, las consecuencias de nuestros actos y nuestro lado oscuro, el lado más oscuro de la humanidad.
Y es que, por más que intentemos olvidarnos de ello, Prípiat y ese monstruo que se encuentra bajo ese sarcófago, seguirá ahí, recordándonos lo que hicimos, como el recordatorio de un delito. Como escribí, es una historia policíaca, y el delito, o crimen, es el accidente, y como en toda historia policíaca, debe haber un criminal, un culpable, y aquí se culpa a la URSS. Recuerdo haber leído que este punto fue muy controversial, especialmente por el final de la serie, en donde se enjuicia injustamente a los encargados de la central, porque se merecían más que eso, sin embargo, ¿Realmente fueron ellos los culpables? (También fue controversial porque según los soviéticos, los culpables fueron los Estados Unidos porque ellos causaron el desastre mediante la CIA, tema para otro día).
En nuestros intentos por querer llegar a la superioridad de alguna forma, vamos desgastando al planeta, a la gente, a todo, y en el intento por el poder energético, la URSS y los Estados Unidos, así es, ellos también tienen su monstruo bajo la cama; causaron estos problemas irreparables al medio ambiente, dejaron esta huella imborrable en nuestro paso por este lugar. Quizás los actos de los encargados no fueron los correctos, pero, y sin justificarlos y como hemos venido viendo desde hace un rato, ¿Y si estos actos fueron las consecuencias de años y años de conflicto y competencia por el poder, sobre quién es más fuerte y más poderoso que el otro? Justo ahí es donde cambia todo el asunto.
La serie se centra sobre la verdad, las mentiras, el costo de estas, el costo de las mentiras es la vida, las vidas de esos miles que murieron sin saber a qué se enfrentaban, qué los mató. Y obviamente, los culpables tras las mentiras, quiénes quedan diluidos en una espiral en donde todo se conjuga. ¿Fue el operador, fue el director de la central, fueron los que tuvieron la idea de construir la central, o tal vez la URSS y su lucha por el poder? ¿Quién fue? No, no es saber quién fue, lo importante es saber, ¿Qué causó?
Un sarcófago para enterrar el accidente y las penas causadas por este… (Segunda Parte)
«Un reactor RBMK usa uranio-235 como combustible. Cada átomo de U-235 es como una bala viajando a la velocidad de la luz penetrando todo en su camino. Madera, metal, concreto, piel. Cada gramo de U-235 contiene más de mil millones de billones de estas balas. Eso es en un gramo. Chernóbil tiene más de tres millones de gramos. Y en este momento, está en llamas. El viento llevará partículas radioactivas por el continente. La lluvia hará que caigan sobre nosotros. Son tres millones, mil millones de billones de balas en el aire que respiramos, en el agua que bebemos y los alimentos que ingerimos. La mayoría de estas balas seguirán disparando durante cien años. Algunas, cincuenta mil años.»
—Valeri Legasov. Chernóbil, HBO, 2019.
Vuelvo a esa pregunta que hizo una de las voces silenciosas de Chernóbil, ¿De qué hablar? ¿De la muerte o del amor? Ya hemos hablado del desastre, de las vidas implicadas, de lo que se hizo para contenerla, pero no hemos hablado del amor, pero, ¿De qué tipo de amor podemos hablar? ¿Amor por el prójimo? ¿Amor por la vida? ¿Amor por el planeta? Lo que pasó ese día nos cambió a todos, sin excepción, nos cambió totalmente. Cambió la vida de miles de personas en un momento, cambió la vida de millones que sufrieron las consecuencias, cambió nuestra manera de hacer las cosas.
Enterraron, o cubrieron, todo bajo un sarcófago, algo que revistiera y contuviera la radiación, en su mayoría, evitando que toda volara a la atmósfera, pero, ¿Y las consecuencias? ¿Quién pagó por ellas? Sé que parezco alguien que lloriquea por algo que ni siquiera vivió, pero no, en realidad no estoy llorando por ello, estoy preocupado, porque a pesar de eso, no aprendimos. No aprendimos nada y seguimos sin aprender. Fukushima es prueba de ello, un accidente, de las mismas características, que sucedió el 2011 en Japón, justo frente al mar, liberando todo ese veneno al océano y a la atmósfera, ¿Y quiénes fueron los culpables?
Parece que enterramos al monstruo para nada, porque lo hicimos de nuevo en otra parte, y así seguiremos. Lamentablemente esto así, y los llamamos accidentes. Accidente es cuando ocurre una vez, ¿Pero dos o tres? Supongo que es arrogancia y estupidez humana. Y millones pagaron por ello, y sí, todas preguntas y estas reflexiones, las trae la serie, te hace pensarlo, razón por la que la recomiendo al ciento por ciento. Sin decir más.
Despedida.
¿A quién dirigimos esto? Es una buena pregunta. No tengo mucho que decir en este acto, en esta última parte. Quizás, podría recordar esa frase de Nikola Tesla que reza que viviremos para ver horrores creados por el hombre que están más allá de nuestra comprensión. Caería bien en este momento, ¿No? Pero me quedaría corto, siempre nos quedaremos cortos.
Quizás deberíamos recordar las palabras del vago de la esquina: «Nada es justo. A lo máximo que se puede aspirar, es a que sea lógico», lo cual ahora tendría mucho sentido. Pero, tampoco sería lo debido. Quizás lo mejor sea despedirnos con un fragmento más, y esta vez, de quien nos invitó a esta historia.
«Ser científico es ser ingenuo. Estamos tan centrados en saber la verdad que no consideramos la poca gente que quiere que la descubramos. Pero siempre está ahí, la veamos o no, elijamos verla o no. A la verdad le da igual lo que queramos. Le da igual nuestro gobierno, nuestra ideología, nuestra religión. Esperará eternamente. Y este, al final, es el regalo de Chernóbil. Antes temía el precio de la verdad, ahora solo pregunto: ¿cuál es el precio de las mentiras?»
—Valeri Legasov. Chernóbil, HBO, 2019.
El precio es Chernóbil.