Buen día, amigas y amigos, estamos de regreso con un nuevo capítulo de esta historia que comenzamos aquí. Así que, sin más interrupciones, les dejo leer.
Hacía un cielo sin estrellas ni luna, todo era una completa oscuridad. Las nubes parecían cubrirlo todo sobre la isla y extenderse más allá del horizonte, donde el mar se volvía uno con las tinieblas.
—Otra noche sin estrellas… —pensó.
A pesar de eso, ella viajaba con tranquilidad en su bicicleta de camino a ese lugar, buscando aquello que tanto le estaba costando obtener. Las luces de las farolas iluminaban la calle creando lagunas blancas en medio del asfalto grisáceo. El camino se abría paso entre el terreno boscoso y accidentado de la isla.
“Cuidado con el dragón” decía un letrero cuando ella pasó frente a él de paso a ese lugar. No había más sonido que el de la naturaleza sombría de la isla. Viento, las ramas agitándose y a lo lejos el sonido de las olas chocando en las rocas.
Se detuvo de pronto en una curva, se apeó de la bicicleta y disfrutó de la vista.
Desde ahí, la carretera parecía una serpiente de luz arrastrándose montaña arriba, serpenteando de un lado a otro, como buscando el punto más alto. Había casas, algunos edificios dispersos por aquí y por allá y unas cuantas personas, aunque desde ahí parecían hormigas a sus ojos.
—¿Debería ir hasta allá aun sin haber obtenido lo que buscaba? —se preguntó la chica al sentirse extraña e incómoda—, digo, no es como si esto no pudiera verse desde más arriba…
Había una baranda, aquella curva era un mirador, y ella se apoyó en la misma y suspiró.
—¿Hace cuánto he estado buscando algo que plasmar? ¿Hace cuánto he estado vagando en esta isla buscando algo para dibujar y pintar? Y a pesar de todos los hermosos paisajes, no puedo encontrar algo que pueda inmortalizar siquiera en papel… ¡Maldita sea! —gritó con fuerza, cerrando sus ojos luego de hacerlo, dejando que el viento y su frescura marina la embargara.
Se sentó y sacó sus pies del borde del concreto, balanceándolos, mientras apoyaba sus brazos en el tubo más bajo del barandal.
Pasaron los minutos, y la noche fue transcurriendo lentamente. A lo lejos, comenzó a escuchar una música de corte ochentero. Alzó una ceja y pensó en una sola persona.
—Al menos a alguien le va bien con su talento —se dijo sonriendo.
Luego hizo una mueca de desilusión y volvió sus ojos a la isla y sus farolas.
Aquello no le parecía para nada malo, a pesar de no haber encontrado lo que buscaba, al menos la vista era magnífica. Tenía cierto aspecto alienante, cautivador, como una de esas escenas de series o películas en donde los personajes se sientes solos, pero en una extraña paz intranquila. Sonrió al notar lo incoherente de aquello.
¡Riiiiiiiing!
El tono de llamada de su teléfono la asustó, sacándola del trance en el que estaba.
¡Riiiiiiiing!
Lo sacó enseguida de su bolsillo y lo miró, la llamada era de una chica: Miley Dávila.
Frunció el ceño y contestó.
—Dime.
—¿Mel? ¿Dónde estás? —preguntó la chica del otro lado.
—Por ahí, ¿Qué pasa?
—¿Estás cerca de mí casa? ¿Puedes venir? Liz quiere hablarnos de algo.
—Bueno, cerca, cerca de tu casa, no estoy, pero puedo llegar rápido, ¿Qué quiere decirnos Liz? —preguntó alzando una ceja.
—¿Puedes venir? Es que quiere que sea en persona.
La chica suspiró.
—Realmente, hoy no es uno de esos días en los que quiero hablar mucho, no me he sentido bien, creo que el bloqueo este no quiere dejarme hacer nada…
—De eso se trata.
—¿De qué?
—Del bloqueo, de tu bloqueo, del mío, del de todos…
Mel frunció el ceño y abrió bastante los ojos y se puso de pie enseguida.
—¿Qué estás queriendo decir?
—Debes venir enseguida, según Liz, es algo que tiene que ver con Sidera Clara y lo que está pasando, ¿Has visto que todas estas noches no ha habido estrellas?
—Sí…
—Bueno, también tiene que ver con eso.
—Pero… ¿Por qué Liz cree…?
—No, Liz no es que crea, Liz solo va a contarnos las cosas, otra persona dio con una información interesante al respecto.
—¿Quién?
—Mel —escuchó sonreír a la chica—, ¿Vas a venir o qué? No tiene gracia contarte todo de esta manera.
—Bien, bien, está bien, voy y ya, pero quiero saber qué está pasando realmente para prepararme mentalmente para esto —le dijo la chica mientras caminaba hacia su bicicleta.
Escuchó un suspiro del otro lado del teléfono.
—Creo que Danny encontró la razón, o algo así, de qué está sucediendo con nosotros, y Liz intenta convencernos de que, si todo es cierto, solo nos queda hacer una cosa.
—¿Qué?
Otro suspiro.
—Lo mejor será que vengas, creo que Danny tiene mucho que decirnos, pero primero debemos hablar con Liz, porque ni Danny está muy convencido como lo está ella.
—Ash. Está bien, ya voy.
Miley colgó la llamada. La música había dejado de sonar y las olas seguían golpeando las rocas en la playa y el cielo seguía todo oscuro y sin estrellas, pero una extraña sensación nacía en su interior cada vez que miraba ese cielo oscuro.
Montó su bicicleta, disfrutó unos segundos más del paisaje y se dejó llevar cuesta abajo.
Continuará…
Y bueno, eso ha sido el capítulo de esta semana. Espero les haya gustado. Compartan y suscríbanse, de esa manera ayudamos a crecer este pequeño espacio.
Acá dejo el enlace del artista que nos creó la portada, ustedes ya lo conocen, es quien dibujó la portada del capítulo anterior:
Instagram / JD2 (Jobath Delgado)
Ahora, sin mucho más que agregar, me despido en palabras del vago de la esquina: «Nunca le hagas cosquillas a un dragón dormido…»