Buen día, queridos lectores. Estamos de regreso.
Como sabrán, hoy toca capítulo nuevo. La introducción será corta, para dejar que lean a gusto.
Como sabrán, a los nuevos lectores, aquí tendrán el enlace para el prólogo de esta historia.
Y aquí para el capítulo anterior.
Ahora sí, disfrútenlo.
Era una habitación circular y muy amplia, como un gran salón, con grandes ventanales y muy alta. El piso era alfombrado, era fresco y no había muebles, en su lugar, había papeles, muchísimos papeles, y todos rodeaban, como si nacieran de ahí, a una taza.
Esta tenía unos extraños símbolos tribales, al menos eso percibió al verla. No eran muy definidos, pero alcanzaba a verlos a cinco metros de distancia, intentando no pisar los papeles a en el piso, avisando a los demás que tuviesen cuidado.
Justo al centro del salón, miró a Danny. Estaba sentado frente a la taza, mirándola y mirando al resto frente a él. Desde su perspectiva, eran como 15 personas, no los contaba con precisión, no quería hacerlo, solo estaba absorto en la taza, y Mel se dio cuenta de eso.
—Uf, ya, fue suficiente, a la próxima les dices tú antes de mandarme a mí, ¿Okey? Casi mato a Mel, ya me tenía harta —soltó Liz de pronto pasando al frente.
—¿Por qué? —le preguntó Danny alzando la vista.
—Es demasiado, es que yo quería decirlo todo, pero tú dijiste “Mantén el misterio”, y yo no soy así, carajo, no soy así, me gusta ser directa, y es que… ¡Ah! Casi la mato —soltó Liz.
—¿Tanto así?
—Tanto o más —respondió Liz respirando de manera acelerada.
—¿Es verdad? —le preguntó Danny a Miley.
—Sí, me sacó de quicio, y esto que yo soy muy tranquila —le contestó Miley.
—¿De verdad? —le preguntó Alex con sarcasmo.
Miley suspiró.
—Mira, Alex, te ando cortito, ¿De acuerdo? Una cosa más y te mando con los esclavos —le contestó Miley—, en fin, a lo que venimos, que el tiempo es oro.
Danny alzó una ceja y luego miró la taza. Esta parecía hecha de madera, pero su forma era bastante estética, como si fuese pulida y encerada con precisión, datando de un tiempo muy reciente.
—Tengo una pregunta —dijo una chica de ojos achinados, cabello lacio y largo y algo bajita.
—Adelante, Cristal —le contestó Danny.
—¿Todo esto tiene que ver con esa taza? —preguntó Cristal.
Danny suspiró.
—Pues sí, todo esto tiene que ver con esta taza —le contestó Danny.
—¿Qué? ¿Acaso quieres saber dónde la compraron? Hay muchas aplicaciones que te dicen dónde conseguir trastes de ese estilo —dijo Axel alzando los hombros—, mira, si vas aquí…
—No, Axel, no, no quiero saber dónde conseguir más de esto —le contestó Danny.
—Ah, lo siento, solo decía que…
—Te comprendo —le contestó Danny.
—¿Quieres hablar? —le preguntó Miley.
Danny asintió, luego se puso de pie y caminó hasta una parte de la pared, desde la perspectiva del grupo, fue hacia la derecha. Había un gran papel con un mapa de una isla. Lo tomó y lo llevó al centro, dejándolo frente a ellos, entre la taza y el grupo.
—Primero algo de contexto —comenzó Danny—, como todos sabrán, en el mundo ha estado pasando cosas extrañas, día a día nos llegan noticias de una crisis que va más allá de todo lo que habíamos visto. Entiendo que ha habido precedentes más grotescos, pero esto no se compara, porque esto es a nivel mundial.
—¿Estás hablando de…?
—Sí —le contestó Danny interrumpiendo a Mel—, también saben que Sidera Clara no es un lugar común, aquí las cosas funcionan muy distintas a como son en el mundo. Aquí puede pasar de todo, ahí tenemos el precedente del ataque de los zombis y las criaturas de otra dimensión.
—Vale —dijo Cristal poniendo atención.
—Bien. Durante mucho tiempo, creí que Sidera Clara era un lugar que no era afectado por lo que sucedía afuera. No es una isla que puedas encontrar en cualquier mapa, no está abierta al público si deseas venir, solo aparece si ella quiere que entres, ¿De acuerdo?
—De acuerdo —dijo Axel.
—Bueno. Una cosa tiene mucho que ver con la otra, porque Sidera Clara no es una isla común, es una isla mágica, con cientos de miles de secretos aun sin descubrir, pero que están pasando justo en este momento. ¿A qué viene todo esto y lo del mundo? Pues, a que jamás pensé que Sidera Clara pudiera ser afectada por lo que sucediera afuera, pero al parecer, es posible.
El muchacho se levantó y fue a la izquierda, donde se hallaba una pila de libros, tomó el que estaba arriba y volvió al centro, frente a la taza.
—Según tengo entendido, cada cien, doscientos, o quinientos años, en la década de los veinte, ya sea antes o inmediatamente después, ocurren eventos cruciales para la humanidad. La historia nos dice eso, ¿De acuerdo? Pero también —dijo abriendo el libro—, la historia de Sidera Clara nos dice que ella y su “Punto Mágico” es afectado por esas crisis que suceden en el mundo. Que no está exenta de esas cosas.
—¿Por eso está pasando lo que está pasando? —preguntó Frank, un tipo algo alto y corpulento, apuntando al techo.
—¿Lo del cielo sin estrellas ni lunas y unas interminables nubes? —le preguntó Danny.
—¿Ajá?
—Sí, por eso lo de ese cielo y por eso lo de que, la magia ya no haga mucho acto de presencia entre nosotros, ¿O acaso no han notado que ni los unicornios ni los dragones aparecen? ¿No han notado que las aguas están cada día más en calma? Es porque hay una fuerza que está afectando a la magia de la isla.
—De acuerdo, ¿Y todo eso por lo de la crisis de los años veinte? —le preguntó Mel.
—Sí.
—¿Y qué tiene que ver la taza? —le preguntó Mel a Danny. Y este sonrió y alzo una ceja.
Luego suspiró.
—Bien, una de las historias que más nos cuenta Liz, es que nosotros aparecimos aquí y esas cosas, no sé si lo recuerdan —y los miró a todos y a sus reacciones, al parecer, ninguno recordaba eso—, bueno, hay parte de razón en ello, como dije, solo puedes ver a Sidera Clara si ella te deja entrar, y a nosotros nos dejó vivir aquí, algo que no a todos les ocurre. Estuve buscando en La Falsa Biblioteca de Alejandría, una sección en la biblioteca de Sidera Clara, y me encontré con que eso solamente ha ocurrido tres veces en toda la historia de la isla, la nuestra es la tercera.
—¿Y cuáles son las otras dos? —le preguntó Giss, una chica ligeramente corpulenta.
—La de nuestros tatarabuelos —les contestó Danny dejando el libro abierto sobre el mapa, mostrándoles un árbol genealógico sobre Sidera Clara que databa desde el siglo XVIII.
—¿Estás bromeando? —le preguntó Sheyla, una chica de piel como el color del pan y algo baja de estatura.
—No. Ojalá fuera así, pero no.
Alex se acercó al libro y vio el árbol genealógico.
—Si esto es cierto, ¿Por qué nuestros padres nunca nos hablaron de esto? —le preguntó Alex.
—No estoy muy seguro, en realidad, pero supongo que tiene que ver con la magia de la isla. Según investigué, no todas las generaciones nacen con esta predisposición a aceptar que el mundo tiene sus cosas, cosas que no son comprensibles para todos porque no todos tienen la mente abierta para ver lo que se esconde detrás de lo real, y creo que nuestros padres pertenecen a esa clase de personas y, bueno, nosotros somos demasiado estúpidos para creer cualquier cosa —le dijo Danny.
—¿Demasiado estúpidos? Creo que hemos consumido demasiadas drogas como para pensar que todo esto existe —le dijo Liz, sonriendo—, sin ofender, solamente es un pensamiento. Pero, ¿A dónde vamos con todo esto? Explícales lo que me dijiste a mí sobre la taza.
Los demás se fijaron en eso y miraron a Danny, haciéndolo sentir extraño.
—Cierto, ¿Qué tiene que ver la taza con todo esto? —le preguntó Mel, volviendo al estado de hace un rato—, porque en serio, estoy tratando de seguirte y no te estoy entendiendo ni madres, como que mi magia no está para estas cosas…
Danny sonrió.
—Pues, justo de eso se trata. Cada cierto tiempo, Sidera Clara se ve afectada por lo que ocurre en el mundo, apagando su magia y desatando un caos en sus terrenos, lo que vemos apenas está comenzando, el cielo oscuro y sin estrellas, la pérdida de las criaturas fantásticas y ese bloqueo de talentos que tenemos, son solo el comienzo. Todo es parte de algo más grande, algo que ha estado aquí desde el comienzo de los tiempos, desde que la isla fue creada. Y esta taza es lo que me llevó a esa respuesta.
—¿Por qué? —le preguntó Mel.
—Porque esta taza fue una de las cosas que dejó mi tatarabuelo antes de dejar esta isla, la encontró en el viaje que salvó a Sidera Clara en aquel entonces, un viaje al que nosotros estamos destinados. Resulta que la taza perteneció a una antigua civilización cuya tarea era la de proteger El Faro, todavía no sé si es lo que dice que es, pero supongo que es una especie de reflector que proyecta e ilumina todo de la magia que la isla posee.
—¿Qué? —le preguntó Mel frunciendo el ceño y haciendo una mueca de desagrado.
—Así como lo oyes, Sidera Clara tuvo entre sus primeros habitantes a hombres y mujeres que estaban para proteger su magia, una que, al parecer, era proyectada por El Faro, y según en Historia de Sidera Clara, “Su luz es capaz de hacer que las tinieblas desaparezcan aun en la noche más oscura”.
—¿Y eso que tiene que ver con nosotros? —le preguntó Mel seriamente. Danny la miró y luego miró a Liz.
—Te lo dije —le respondió la chica.
Danny suspiró.
—¿Qué acaso no es claro? El Faro y su luz se han desvanecido, o se están desvaneciendo, y por eso está pasando todo esto en Sidera Clara, por eso la pérdida de los talentos, por eso el cielo oscuro sin estrellas, por eso las criaturas se han ido, por eso todo, todo.
—¿Todo por una pinche taza? —le preguntó Mel.
—Todo por esta pinche taza, sí, todo lo descubrí por esta pinche taza, si se fijan bien, he estado investigando el asunto, por eso los papeles, por eso todo.
—¿Y dónde está El Faro? —le preguntó Cristal.
—Había temido que me hicieras esa pregunta.
—La viste venir —le dijo Miley a Danny.
—Según la Historia de Sidera Clara, El Faro se encuentra aquí —dijo apuntando el mapa de la isla, el que había arrancado de la pared.
—¿Y eso dónde es? —le preguntó Axel—, porque no es aquí, el mapa de Sidera se parece al de la Antártida, y ese parece una media luna.
—Es porque no es Sidera Clara, se trata de otra isla, una de las once islas que rodean a Sidera Clara y donde habitaban los Teknós, la civilización guardiana de La Luz del Faro; la isla recibe el nombre de Isola Nascosta, o Isla Escondida, en italiano.
—Ay, ay, ay… esto se va a poner feo —respondió Liz de pronto.
—Y apenas comienza —le respondió Danny estirándose la espalda.
Continuará…
Y eso ha sido todo por esta semana. Espero que les haya gustado. Por favor compartan, para que más gente pueda leer esto y así conocer a estos artistas repartidos por toda Latinoamérica.
Aquí dejaré los enlaces a las cuentas de Instagram de la artista que nos ha regalado la portada de este capítulo. Su nombre es Melany Duarte, por favor, vayan a darle amor a sus obras, son buenísimas.
Ahora sí, espero que tengan una buena semana.
Y cómo suele decir el vago de la esquina: «No me diga que los médicos se fueron, oh, no me digan que no tienen anestesia…»
No lo sé, el tipo es muy ocurrente. Hasta luego.