Buen día, amigos. Espero estén bien, estamos de vuelta con otro capítulo. Realmente espero que les guste, las cosas comienzan a ponerse intensas en esta parte, muy intensas.
De nuevo, para los que quieran rememorar, pueden pinchar aquí: En El Puerto.
Y los nuevos, pueden pinchar aquí: La Caja Secreta.
Y por cierto, quizás esta semana tengamos un análisis de un videojuego bastante querido para la comunidad gamer.
Los dejo leer.
Al subir, se dieron cuenta de que en La Cierva Dorada había más personas.
—¿Y ellos quiénes son? —le preguntó Danny a Cristal.
—Son los tripulantes de La Cierva Dorada. Mi hermano viaja con ellos a donde quiera que vaya, siempre que tiene que usar el barco, obviamente, han servido a la familia durante años, y ahora nos servirán a nosotros —les contestó Cristal alzando los hombros.
—¿Son sus trabajadores? —les preguntó Miley.
—No lo veríamos de esa forma, porque solo sirven a la familia si tiene que ver con la navegación, fuera de este barco, ellos viven como cualquier otro, no tenemos poder sobre ellos —le respondió Cristal.
Poco a poco, los demás fueron subiendo con ayuda de los tripulantes de La Cierva Dorada. Mientras los demás lo hacían, Mel fue a caminar y a dar una vuelta por la cubierta del barco, evaluando y viendo cada cosa a su alrededor. Se paró en uno de sus lados, mirando a la gente en el puerto, y luego vio a la isla, y una extraña sensación la embargó, haciéndola sentir mal.
—¡Oye, Mel! —la llamó Danny a lo lejos. La chica miró a Danny y este se sintió enervado ante su mirada. Liz, que estaba cerca, vio también algo extraño en sus ojos.
—Debemos tener cuidado —le dijo Liz a Danny por lo bajo, mientras Mel se acercaba.
—¿Por qué? ¿De qué? —le preguntó Danny a Liz.
—Dijiste que cosas feas y extrañas ocurren cada cierto tiempo en Sidera Clara, ¿No? Pues algo me dice que eso no solo aplica a la isla, sino también a las personas… cuando estemos instalados, ven a mi camarote, debo contarte algo —le dijo Liz, apartándose. Danny se quedó extrañado ante eso y luego vio a Mel delante suyo.
—¿Qué pasa? —le preguntó con el mismo tono de voz de la noche anterior, como si hubiese dejado de ser ella y fuese algo diferente.
—¿Por qué te alejaste? —le preguntó frunciendo el ceño.
—No me siento bien, no lo sé, quería… —y la chica cerró sus ojos, Danny la miró, extrañado—, solo no me siento bien —le dijo tocándose la cabeza.
—¿Desde cuándo? —le preguntó Danny.
—Desde ayer.
—¿Qué pasó? ¿Qué hiciste anoche?
—Solo anduve por ahí, buscando inspiración, luego me llamaron y volví, creo que cogí algo en el camino de vuelta a donde Miley y me sentí extraña, ¿Conoces Las Cuevas Solitarias de Sidera Clara? ¿Las que están por El Bosque Oscuro?
—Ajá.
—Pues, pasé por ahí y… sentí algo extraño, no lo sé, ¿Estás seguro de que debemos ir todos? —le preguntó mirándolo a los ojos, y Danny pudo ver de nuevo a Mel en ellos, el brillo que la caracterizaba. Sonrió ante eso y luego pensó en lo que esta le había dicho.
—¿Por qué preguntas eso?
—No lo sé, pero… siento que… —volvió a tocarse la cabeza—, alguien debe quedarse —le dijo esta vez con voz decidida, mientras volvía esa “oscuridad” a sus ojos.
Danny trató de no prestar atención a eso y luego recordó lo que Liz le había dicho, pero entonces reflexionó en lo que Mel le estaba diciendo y miró al resto, luego la miró a ella y ella alzó los hombros.
Danny frunció el ceño, bajó la mirada.
—Oigan —les dijo a todos. Nadie le prestó atención, todos estaban hablando.
—¡Oigan! —todos seguían hablando.
—¡ESCUCHEN! —y todos le prestaron atención.
—¿Qué sucede? —le preguntó Sheyla sorprendida.
Danny se sorprendió ante sí mismo y luego miró a Mel. Luego pensó en lo de la noche anterior y creyó que, aunque ella se comportara de una manera cuestionable, no debían excluirla. Miró al resto y suspiró.
—Mel tiene una idea —y cerró los ojos, frunciendo los labios.
—¿Qué idea? —preguntó Liz alzando una ceja.
Danny tomó aire y luego suspiró.
—Se llama El Décimo Hombre —les dijo Mel a todos.
—¿El Décimo Hombre? —le preguntó Cristal. Danny alzó una ceja.
—Es una regla gubernamental estratégica que emplean algunos de los países más poderosos del mundo, basados en sus peores momentos. Cuando nueve de diez hombres acuerdan en que algo es así, el deber del décimo hombre es llevar la contraria, y debe basar todas sus teorías y fundamentar que todo es así. Si nueve concuerdan en que hay zombis, el décimo debe decir que no lo son —les dijo Danny, tratando de calmar un poco a Liz, quien ya comenzaba a actuar de una manera cuestionable.
—De acuerdo, entonces, ¿Qué estás sugiriendo? ¿A qué le están diciendo que no aquí? —les preguntó Frank.
—Mel, tú diles —le dijo Danny haciéndose a un lado.
—Bien —dijo la chica suspirando—, ¿Recuerdan lo que pasó hace tiempo con los zombis y las criaturas estas de otra dimensión? Creo que esa vez todo fue un caos porque nadie creyó a lo que nos enfrentábamos, sí, varios “murieron” y algunos están de nuevo aquí, pero por extrañas razones. Pienso que no debemos repetir la historia y alguien debe quedarse a defender la isla y a estas personas, que no todos deben ir —y dejó de hablar.
Se hizo un silencio extraño en la cubierta de La Cierva Dorada.
—¿Estás diciendo que alguien debe quedarse mientras los demás vamos al viaje? —le preguntó Liz seriamente.
—Sí.
—¿Por qué? —le preguntó Liz, manteniendo su tono serio.
Mel suspiró.
—Porque algo me dice que las cosas no estarán bien, donde sea que estemos, y que debemos proteger a la gente de esta isla, sea como sea, a sus criaturas y todo lo demás, nuestros hogares —le contestó Mel.
—No me lo creo —le dijo Liz alzando las manos—, no me lo creo, simplemente no me lo creo.
—Pero tiene razón —le dijo Alex.
—¿Pero quién va a querer quedarse? ¿Quién? Nadie, todos querrán ir, todos querrán salir, y más si saben que aquí puede pasar algo malo y ponerse realmente feo —les dijo Liz muy enojada.
—Bueno, también en eso tienes razón. Pero, ¿Quién se quedaría? He ahí el debate. Nadie querrá quedarse, al menos yo no —les dijo Alex.
—Creo que todos sabemos eso —le dijo Liz.
—En fin, solamente fue una sugerencia, no es que deba hacerse. Pero, tomando en cuenta lo que Danny dijo, es posible que todo esté en peligro, no solamente nosotros, es posible que la isla también, más de lo que creemos —les dijo Mel.
—Yo me quedo —les dijo Danny alzando los hombros.
—¿Qué? ¿Por qué tú? —le preguntó Liz asustada—, si fuiste quien descubrió todo esto, no puedes quedarte, eres el mapa.
—Pero alguien tiene que hacerlo —le dijo Danny volviendo a alzar los hombros— y en vista de que nadie quiere, lo haré yo. Les dejaré mi mochila, ahí está todo, solo tienen que averiguar algunas cosas y seguir el poema que les recité —le dijo al resto.
—No, no puedes quedarte —respondió Liz, tomándolo del brazo.
—Nadie más lo hará, no te preocupes, estaré bien —le contestó a la chica.
—¿Qué no lo entiendes, estúpido? Eres la clave para llegar ahí, lo que tengamos que hacer, dependerá de todos, o todos vamos, o todos se quedan —le dijo Liz con seriedad y determinación. Danny seguía sin inmutarse.
—Creo que, la que debe quedarse soy yo —les dijo Miley a todos—, después de todo, soy de la guardia costera de esta isla, mis agentes y yo.
Todos se quedaron pensando en eso, hasta la propia Miley, quien esperaba que alguien le dijera que no, que fuera con el grupo, pero nadie dijo nada, al menos no al instante.
—Creo que, todos debemos ir —les dijo Sheyla—, ¿De acuerdo? Sé que no tengo mucha voz y voto aquí, pero, si lo que dices es cierto —se dirigió a Danny—, y toda la isla estará en peligro si no hacemos algo, dará igual si alguien se queda sabiendo que necesitaremos toda la ayuda posible a donde vayamos, es una cuestión de lógica.
—Todo el tiempo vivo diciéndoles lo mismo, pero nadie me hace caso, solo escuchan sus propias palabras —la secundó Giss.
Todos se quedaron callados durante varios segundos.
—¿Entonces? ¿Qué hacemos? ¿Nos vamos, nos quedamos, sacamos la vajilla de la reina Isabel y tomamos té en la cubierta? ¿Qué hacemos? —les preguntó Axel.
—Yo pienso que…
¡Boom!
Una explosión a lo lejos les llamó la atención. Todos vieron el lugar de donde había venido el sonido y se percataron que uno de los costados de la isla, cerca del Bosque Oscuro, una nube de humo se alzaba hacia el cielo.
—¿Qué es eso? —les preguntó Mimí.
—De lo que les hablaba —les dijo Mel, volviendo a comportarse tranquila y humanitaria.
Y todos vieron como unas criaturas con alas comenzaron a salir del humo, rodeándolo mientras unos tentáculos se abrían paso afuera de la tierra.
¡GROOAAAAR!
—Bueno, creo que tenemos nuestra respuesta —les dijo Danny.
—¿Y ahora? ¿Qué hacemos? —les preguntó Cristal.
—Creo que debemos irnos —les dijo Giss mientras retrocedía poco a poco.
—Señorita, Cristal, ¿Qué hacemos? —le preguntó uno de los tripulantes de La Cierva Dorada a Cristal.
La chica miró al resto y luego abrió bastante los ojos, como recordando algo, luego volvió hacia el tripulante y le respondió.
—¡Saca los cañones! Sea lo que sea, no nos vamos a ir sin dar pelea —le dijo Cristal al muchacho, mientras, a lo lejos, todos miraban como aquellas criaturas volaban con rapidez hacia ellos, trayendo a otras bestias agarradas con sus patas.
—Bueno, alguien aquí me preguntó qué tanto era lo que traía, y pues, creo que es hora de responder —les dijo Danny soltando la maleta, abriéndola. Todos se asomaron y vieron armas y espadas de todo tipo.
—Pero, ¿Qué? —le preguntó Liz.
—Tomen algo y peleen, porque a menos a que no dejemos limpia esta zona, la cosa se pondrá peor si decidimos pelear en altamar —les contestó mientras él tomaba la escopeta y muchos cartuchos de una caja. Los demás se quedaron viendo las armas, luego las criaturas y luego a los tripulantes sacar los cañones.
Se miraron entre sí y alzaron los hombros, solo había una cosa que hacer.
Continuará…
Y eso ha sido todo por esta semana.
Espero les haya gustado, realmente les invito a que comenten abajo lo que les ha parecido y a que compartan con sus amigos, ayudará a crecer este espacio.
De nuevo, gracias por leernos y espero continúen aquí.
Aquí quedan las redes sociales de quien nos regaló esa portada tan explosiva.
Instagram / Cristal Azucena Guacaran
Instagram 2 / Cristal Azucena Guacaran
Hasta luego.