Capítulo Ocho: La Destrucción de Sidera Clara | Crónicas Siderianas

Acerca de mí, Escritos Propios By Feb 20, 2021 No Comments

Buen día, gente. Ya lo sé, hemos estado algo atrasados por aquí, pero es que, entre el trabajo, la universidad y la vida, hay una computadora que se hace más vieja cada día y le cuesta procesar algunas cosas. Pero estamos de regreso, y esta vez traemos un capítulo nuevo.

Me gustaría leer en los comentarios lo que piensan. De paso, aquí dejo los enlaces a capítulos anteriores:

Capítulo Siete

Prólogo

Ahora sí, los dejo disfrutar de su lectura.


Luego del estallido, un sonido ensordecedor se hizo en la cubierta de La Cierva Dorada. Todos yacían con las orejas tapadas, se cubrían con sus manos mientras cerraban sus ojos, todos excepto ella. Aquella que había dicho que El Décimo Hombre debía quedarse.

Miró hacia la montaña y donde debía haber un gran agujero, una enorme mancha de viscosidad negra hacía su aparición.

Y luego el bramido, un gran rugido y después un chirrido agudo, tan agudo que hizo que todos se taparan más los oídos. Los tentáculos se menearon con fuerza y violencia, golpeando y lanzando árboles por todos lados, hasta que el ruido se detuvo.

Todo quedó estático, fue como si el tiempo se hubiese detenido y en un segundo, todos vieron como los tentáculos fueron succionados hacia el interior de la montaña y en otro instante… ¡Boom!

La cima de Sidera Clara voló en mil pedazos.

—¡A toda marcha! —gritó Cristal.

Un jamaqueo hizo tambalearse a todos los tripulantes e invitados de La Cierva Dorada, y en cuestión de segundos se alejaron de la costa de Sidera Clara, mientras cientos, miles de pedazos en llamas y cubiertos de un humo negro, volaban por los aires en todas las direcciones, cayendo en sus terrenos, en la costa, en el mar, agitando las aguas y causando grandes olas que arrasaban las costas y la vegetación de los islotes más cercanos.

En el barco, todos se cubrían al ver como los cúmulos de tierra y roca pasaban cerca, agitando al barco violentamente.

Pronto, quedaron fuera del peligro, lejos de la costa y de Sidera Clara, y lo que antes era una gran y hermosa isla, ahora parecía un volcán.

Una gran columna de humo negro y rojizo se alzaba al cielo, cubriendo los cielos que pronto se tornaron oscuros. Los gritos de la gente se escuchaban incluso en la lejanía en la que se hallaba La Cierva Dorada, y la conmoción y la confusión, la ira y la tristeza, la tristeza en general, embargaba los corazones de los dieciséis jóvenes que se habían embarcado en una odisea de la cual comenzaban a ver los primeros retazos de sus consecuencias.

—¿Y ahora? —preguntó Liz dejándose de caer de rodillas mientras miraba como Sidera Clara dejaba de ser lo que era—, ¿Qué carajos haremos ahora? —se preguntó al tiempo que comenzaba a llorar.

Pronto, Giss se acercó a ella y la abrazó, tratando de consolarla. Mel vio este acto y se percató de que las demás hacían lo mismo a las otras, a excepción de Cristal y ella, quienes se hallaban apartadas del resto.

Los muchachos estaban cabizbajos, desanimados, incluso Danny, quien los había traído a este viaje y los había motivado a moverse, parecía que había perdido las esperanzas.

Era algo que jamás pensaron que pasaría.

Una sensación y un sentimiento amargo inundaba los corazones de todos.

Nadie quería decir nada, nadie sentía las ganas de hablar siquiera, todo parecía muerto y sin vida.

Cristal vio todo lo que pasaba y el mismo muchacho que disparó a Trafalgar, se le acercó y habló con ella.

—Debería decir algunas palabras, señorita, su gente no puede seguir de esta manera —le dijo el joven.

—Jum, ¿Cómo puedo alentar a mis amigos cuando yo misma me siento desanimada, Sam? —le preguntó la joven capitana de La Cierva Dorada.

El muchacho miró a los demás, luego la miró a ella y se sentó a su lado.

—En eso precisa la amistad, en saber apoyar al otro aun cuando uno ya no puede más consigo mismo, porque, aunque uno se sienta caer, el amigo siempre puede levantarlo, ¿Acaso mi Señor no dijo que uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir? La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente —le dijo Sam con una sonrisa.

Cristal miró a sus amigos y luego miró a Sam, este sonreía y asintió. La chica intentó sonreír y lo hizo, luego asintió tranquila.

—Eclesiastés 4:12.

—El Señor siempre tiene las palabras exactas.

—No creo que debamos usar sus palabras en un momento como este, en un viaje como este, Sam.

—Recuerde que, aunque usted lea historias fantásticas, su mente sabe, y su corazón más, que solo es entretenimiento, su verdadero gozo está en el Señor, y usted más que nadie lo sabe.

—¿Entonces…?

—Apoye a sus amigos, yo ya la apoyé a usted —el muchacho se puso de pie—, volveré con los demás, quiero ver quienes están bien o si hay alguien que necesite ayuda, señorita.

—Gracias, Sam. Ayúdame a levantarme.

El muchacho le tendió la mano y la ayudó a ponerse de pie, luego se apartó y la dejó frente al timón, viendo a todos sus amigos derrotados.

Suspiró, miró a la isla y luego al cielo. Bajó la mirada.

—Sé que cómo se sienten. Hoy hemos perdido más de lo que esperábamos, pero no es tiempo de lamentos —comenzó diciendo fuerte y alto, mientras los demás comenzaban a verla—. Nada de esto fue planeado, nos agarró por sorpresa y es normal que nos sintamos mal, pero tampoco es razón para dejarnos caer y dejarnos vencer así. Puede llegar un día en que el coraje de los hombres falle, cuando abandonemos a nuestros amigos y rompamos todos los lazos de comunión… —todos la miraban ya para este punto—, pero hoy no es ese día. Toda mi vida he estado rodeada de mis enemigos, pero será un honor morir entre mis amigos. Sea lo que sea que haya causado que nuestro hogar desapareciera, no es más fuerte, no es más fuerte que cada uno de ustedes, no es más fuerte que el poder de mi Señor —agregó cerrando sus ojos—. Solo quiero terminar diciendo. Dios da un hogar a los desamparados y libertad a los cautivos; los rebeldes habitarán en el desierto. No estamos solos, muchachos, no estamos solos —sonrió—, estamos juntos en esto.

—Amén —le dijo Alex llevándose la mano al pecho.

Algunos aplaudieron, otros sonrieron, y uno se quedó quieto.

—Dios te guíe y te ampare, pequeña —le dijo Danny, el único que se había quedado quieto—, así que te sigo, capitana, lo que tú ordenes, y si dices que Dios está con nosotros, yo lo creo —le contestó.

Los demás asintieron y se sintieron seguros. El dolor en sus corazones no había desaparecido, pero la carga se hacía más ligera ahora, naciendo un sentimiento más en sus espíritus.

El sentimiento del valor.

Ahora ya no estaban vacilando en seguir, estaban decididos a hacerlo por el bien de su gente y de su hogar, estaban decididos a recuperarlo a como diera lugar.

—¿Hacia dónde, Danny? —le preguntó Cristal alzando el mentón.

—Según las historias, y un extracto de uno de los diálogos que Francis Drake tuvo con alguien cuando estuvo ahí, debemos ir hacia el sur, lo más al sur posible.

—¿Seguro? —le preguntó Miley.

—Más que seguro.

—De acuerdo —le contestó Cristal—, entonces hacia el sur. Tenemos una vida y una isla que recuperar.

Continuará…


En mi mente, luego de leer esa palabra, siempre suena Fly me to the moon, pero una versión femenina. Espero que les haya gustado y que compartan con sus amigos para que más y más personas visiten este espacio.

Aquí dejaré los enlaces de la cuenta de Instagram de la persona que nos ha regalado esta portada. Ella es increíble en todo aspecto y sentido, simplemente genial. Vayan a repartir amor a su perfil.

Instagram Artístico / Miley Dávila

Bookstagram / Miley Dávila

Y bueno, eso es todo por ahora, y en palabras del vago de la esquina: ¡Qué tengas una buena vida, Naruto! (Sí, a mí también me dolió).

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