Buen día. Seremos breves. Estamos de vuelta con otro capítulo. Espero que la estén pasando bien, y si quieren rememorar lo que pasó en el capítulo anterior o leerla desde el principio, para aquellos que son nuevos por aquí, abajo estaré dejando los enlaces directos.
Capítulo Anterior⇒ La Comunidad del Faro
Prólogo⇒ La Caja Secreta
¡Qué lo disfruten!
Se sentó en la cama luego de ponerse el pantalón y la camisa manga larga, mirándose en el espejo. Suspiró al ver que tenía el cabello algo largo, necesitaba un corte, pero también necesitaba seguridad. Lo que había sucedido la noche anterior, lo que les había dicho a sus amigos, todo eso parecía bien durante la noche, en el calor del momento, pero ahora que se había enfriado, consideraba más las cosas.
—¿Debemos ir? —se preguntó frunciendo el ceño—, debe ser algo de corazón, pero, ¿Debemos ir? ¿Por qué siento que todo esto solo nos traerá más oscuridad?
Suspiró otra vez, no se sentía del todo bien, pero debía ponerse de pie y seguir, todos habían dicho que sí, era hora de que aquel que había convencido al grupo, también sintiera las ganas de moverse.
Sin pensar en nada más, fue y tomó las botas tácticas que tenía guardadas para las situaciones extremas. Las miró y se sintió extrañado. Siempre le había gustado ese tipo de calzado, por lo que representaban, pero ahora que le tocaba a él darles ese uso, se sentía extraño.
—¡Joder, Danny! Ten valor, muchacho —se dijo a sí mismo mirándose frente a otro espejo—, tienes que creer, solo tienes que creer.
Tomó un respiro y luego fue a su cama. Se calzó. Se puso de pie y fue hacia su mochila, la cual tenía en la sala. Poco a poco fue llenándola de cosas que consideraba importantes, sobre todo aquellas que tenían información que pudiera servirles para llegar a su destino.
Pronto, la mochila estaba llena, pero había algo que aún le hacía falta, y se sintió más extrañado aún.
—¿Debería…? —se preguntó mientras miraba un arma—. No, no… ¿Qué clase de peligros encontraremos allá? —y miró el arma nuevamente. Era una escopeta, debajo de esta había unas espadas, cuchillos y algunas pistolas. Pero la más sobresaliente era la escopeta.
—Creo que… haré lo correcto —miró su mochila y asintió.
El reloj estaba por marcar las ocho de la mañana. Era un domingo de julio. El sol se levantaba en el horizonte, dando calor y vida a todo, pero unas nubes tapaban gran parte de su poder y los rayos apenas se dejaban aventurar entre las hendiduras para llegar a la tierra.
En el puerto se hallaban Liz y Miley, acompañadas de Alex, Axel, Lenibeth, Mimí, Sheyla, Frank, Giss, Liss, Erika, María y Mady. Hacían falta Danny, Mel y Cristal.
El puerto estaba concurrido, había muchas personas yendo y viniendo, así como algunos barcos.
—¿Y ellos qué? —les preguntó Axel mirando a las personas.
—¿Ellos qué de qué? —le preguntó Miley.
—Si todo lo que dijo Danny es así, ¿Qué hay de esas personas? ¿Cómo llegaron aquí? ¿Acaso fue como nosotros o fue de otra manera? ¿Por qué no van ellos sino nosotros?
—Esas son muchas preguntas —le dijo Mimí a Axel—, demasiadas hasta para un alma con muchas dudas existenciales.
—Es que, me pregunto, ¿Tan importante somos nosotros para la isla que debemos ser nosotros los que debemos ir? —le preguntó Axel a Mimí.
La chica se puso de pie y se paró frente a él.
—¿Acaso le temes a la muerte? —le preguntó haciéndole caras extrañas.
—No, pero…
—¿Tienes miedo a morir? —preguntó de nuevo, interrumpiéndolo.
—No es eso, es que…
—La muerte es solo dormir eternamente, no hay por qué temer, y en tus ojos veo que no comprendes lo que pasa, ese es un peor destino que la muerte, la incomprensión —le dijo Mimí a Axel, asustándolo.
—Ya, ¿Qué no ves lo asustas? —le preguntó Liz a Mimí.
—Ja, solamente le digo algo que pensaba. Este no será más que un viaje lleno de aventuras a lo Guerra de las Galaxias —le respondió Mimí alzando los hombros.
—¿Tú crees? —le preguntó Liz alzando una ceja.
—No lo sé, la incertidumbre siempre ha formado parte del corazón y la historia de los hombres. El no comprender te causa miedo, el miedo es un sentimiento irracional cuando comprendes que el final es el mismo para todos, y tu alma es más ligera cuando entiendes que es algo que no puedes evitar…
—¡Diablos, señorita! —le dijo Alex de pronto—, realmente estás obsesionada con la muerte, ¿No?
—Jum, se los he dicho todo este tiempo. Si debemos morir defendiendo algo que nos ha protegido, pues vale la pena hacerlo, aun cuando no, con tal de que podamos hacer algo con nuestra vida, la muerte solo es el descanso al final del viaje. Y creo que este será un largo y curioso viaje —cerró alzando los hombros, yendo a sentarse a una banca, bajo la sombra de una galera.
—Bien, con ustedes, las bendiciones de Mimí —les dijo Giss.
—Al menos son mejores que los buenos deseos de Mel —les dijo Alex.
—¡Dios santo! Ayer casi le doy con la taza, te lo juro que un poquito más y habría sido la búsqueda de las esferas del dragón, pero para devolverle la vida a Mel —les dijo Liz mientras meneaba la cabeza lamentándose.
—No sean antipáticos, ella dijo todo el tiempo que no tenía ganas de estar ahí y aun así estuvo. Al final terminó diciendo que vendría —les dijo Miley.
—No digas que a ti no te dieron ganas de hacerle algo, porque vi cuando le respondiste así bien intensa —le dijo Liz a Miley.
—Lo sé, pero, entiéndela, a lo mejor está pasando por un muy mal momento. Su talento le parece muy importante, y que le digan que de pronto todo se puede remediar, así como así, seguramente le ha de parecer una burla y un golpe bajo a sus deseos —le contestó Miley.
—Bien, te entiendo, y la entiendo, ¿De acuerdo? Solo espero que hoy venga con más humor.
—¡Buenas! —la escucharon decir de pronto, apareciendo justo detrás de Liz. Parecía emotiva.
—¡Buenas! —le respondió Giss y el resto del grupo con la misma emoción, a excepción de Liz.
—¿Cómo están? ¿Ya estamos listos? ¿Dónde están Cristal y Danny? —les preguntó Mel a todos.
—Pues, Danny no ha venido todavía y Cristal… tampoco, ja, ja, qué estúpido, pero sí, eso pasa —dijo Axel entre risas.
—Bueno, tienes razón —le contestó Mel, sonriendo. Liz miró eso raro y no dudó en preguntar.
—¿Por qué tan diferente hoy? —le preguntó Liz frunciendo el ceño—, ayer estabas bien…
—¿Insolente, desesperante, irritante? —le preguntó Mel con tranquilidad.
—Iba a decir “Bien perra”, pero supongo que eso funciona —le contestó Liz alzando los hombros.
—Bueno, les dije, no tenía ganas de estar ahí, quería estar sola, pero a veces la gente no entiende esas cosas y termina pasando lo de ayer, prometo que no volverá a pasar.
—Ummm, no me convence —le contestó Liz entrecerrando sus ojos.
—Todos tenemos días malos y jodidos, ayer era uno de esos para mí, descuida. Discúlpame —le dijo Mel a Liz tranquilamente.
Liz alzó una ceja mientras la miraba fijamente a los ojos.
—Te mantendré vigilada, muchachita —le contestó Liz, apartándose.
Mel suspiró ante eso y luego miró al resto, sonriéndoles.
—Bueno pues, ¿Y Danny cuando piensa aparecer? —preguntó Lenibeth molesta.
—Cuando todos estén presentes —le contestó Danny apareciendo justo detrás de Mel.
—Me pregunto si Cristal aparecerá de la misma manera —dijo Axel alzando una ceja.
—¿Qué? —preguntó Danny.
—Olvídalo —le dijo Axel—, ¿Qué traes ahí? —le preguntó al ver que llevaba una mochila llena en su espalda y una maleta colgando de su mano.
—¿Esto? —le preguntó Danny levantando la maleta—, esto no es nada, solo algo que espero que no lleguemos a necesitar, ¿Qué trajeron ustedes? —les preguntó al verlos.
Y todos le mostraron que llevaban herramientas y ropa y mucha comida, por si les tocaba llegar a un lugar en el que no había nada para comer. Danny asintió y sonrió ante eso.
—Bueno, entonces, eso quiere decir que estamos listos, ¿No?
—Algo así —le respondió Frank.
—¿Por qué? ¿Qué falta?
—Cristal y su barco —le respondió Frank a Danny.
—Ouh, entiendo, bueno, no tardará en llegar. En cualquier momento…
Y la corneta potente de un barco se hizo escuchar en todo el puerto. Los chicos que estaban sentados, se pusieron de pie y los que estaban parados dieron unos pasos para ver de qué barco era capaz de producir tal sonido.
Todos se sorprendieron al ver a un gran barco en el puerto. Ancho, largo y muy alto y con muchas velas. Liz pensó que se trataba del Perla Negra, pero Danny interrumpió su pensamiento al decir otra cosa:
—Es como ver al Holandés Errante, pero restaurado. ¡Mira esas velas, mira esa proa y esa popa…! ¡Es hermoso! —dijo Danny eufórico.
—¿Ese es nuestro barco? —les preguntó Alex a todos.
Y vieron bajar por una soga a Cristal. Todos se asustaron y se sorprendieron ante eso. Fueron hacia ella y ella hacia ellos, encontrándose en un punto céntrico entre ambos puntos.
—¿Cómo es que…? —le preguntó Liz muy sorprendida a Cristal.
—Mi tatarabuela dejó esto en posesión de mi familia, como una de sus últimas bondades antes de dejar solo a mí abuelo. Todo este tiempo estuvo en posesión de mi hermano, mi padre le dijo que lo cuidara, y ahora que lo necesitamos, pues, henos aquí…
—¿Tu tatarabuela? Nunca nos habías contado esa historia —le dijo Danny sorprendido.
—Hay mucho de mí que aún no saben —le respondió Cristal con una sonrisa.
—Es un barco muy grande, ¿Cómo es que vamos a navegar en él? Nadie aquí es marinero —le dijo Mel confundida.
Liz frunció el ceño ante su voz, seguía enojada con ella.
—Bueno, eso también ya está resuelto —les dijo Cristal—, con ustedes, La Cierva Dorada de Isabel.
—¿Isabel? ¿La reina? —le preguntó Miley.
—No, Isabel Cabeza, mi tatarabuela —respondió Cristal alegremente.
—Pero La Cierva Dorada era de Sir Francis Drake —le dijo Giss a Cristal.
—La historia dice eso, pero lo que la historia no dice, es que ese barco Francis Drake lo perdió en una de las batallas contra los españoles, y que los británicos nombraron así a otro barco para no dejar ver que habían sido derrotados y que uno de los más famosos barcos, bajo el mando de uno de los más grandes corsarios de la historia, había caído en batalla de una manera tan indigna para la corona —les dijo Cristal.
—¿Y cómo es que lo tiene tu familia?
—Larga historia, solo te diré que tiene que ver con una gran fortuna y con otros enredos entre la corona española y una familia muy poderosa de aquella época… ¿Vienen o no? —les preguntó bastante directa.
Todos se miraron entre sí, dudando de sí ir o quedarse. Hasta que alguien dio un paso al frente.
—Será divertido, vamos, este barco nunca fue hundido, supongo que algo que no conocemos lo protege, además, ¿Quién no querría navegar a lo Piratas del Caribe en La Cierva Dorada de Isabel, ya no de Francis Drake? Además, me da la impresión de que ya hicieron este mismo viaje en este mismo barco, en el pasado —les dijo Danny a todos, caminando con sus cosas hacia el barco.
Los demás se miraron entre sí y algunos alzaron los hombros, siguiendo a Danny.
Mientras, en la lejanía, de una cueva, unas extrañas manos y extremidades, con unos tentáculos, salían a la luz del día.
Continuará…
Ahora sí.
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Quizás esta semana retome los artículos nuevamente, hay algo que ha estado rondando en mi cabeza y sobre lo que me gustaría hablar. De resto, les deseo una hermosa semana, aunque ya estemos a la mitad, pero lo que falta, espero que sea bueno.
Acá dejó el enlace del artista que nos ha dejado ver a la imponente Cierva Dorada. Sin duda alguna, un gran artista, como los demás que nos han estado acompañando hasta ese momento.
Y en palabras mías, el vago de la esquina se tomó un descanso; para pequeñas criaturas como nosotros, la inmensidad es soportable solo a través del amor. —Carl Sagan.