Rápido aprendió el ritmo de aquellas criaturas, logrando ocultarse a tiempo tan pronto las escuchaba cerca y quedándose quieto el tiempo necesario para no ser visto ni detectado. La luz de los rayos le ayudaba a ver mejor y a no perderse en aquel mar de oscuridad. Más temprano que tarde, se encontró yendo a través de una calle de tierra, pasando delante de un solar baldío tan extenso y amplio que asustaba, cualquier cosa podría encontrarse ahí, en medio de la maleza tan alta como un hombre.
Trató de guardar la calma y siguió andando, teniendo cuidado al pisar la tierra, ya que podría causar sonidos con mayor facilidad. Sin embargo, también tuvo precaución de mantener la audición aguda para prestar atención a todo lo que ocurría a su alrededor. Una suave brisa que bajaba del cerro hacía ondear la maleza y las copas de los árboles cercanos. Eso era diferente, desde que llegó, no había sentido siquiera un suspiro por parte del ambiente, ahora había ráfagas de viento.
En ese momento, y no muy convencido de lo que miraba, pudo observar cómo, a no muchos metros de distancia, algo se arrastraba por el suelo, se quedó quieto, pensando que podría tratarse de otra de esas criaturas, y es que, al no tener siquiera algo donde ocultarse, puesto que la casa más cercana estaba muchos metros detrás de él y en esa zona no había automóviles; no le quedaba de otra más que quedarse quieto para intentar no ser visto. Primero sintió miedo, después, tras observar mejor a la criatura, tuvo curiosidad.
Y es que, era muy diferente a las demás que vagaban por ahí.
Con la respiración suave y muy ligera y los latidos de su corazón tan bajos y tranquilos, se mantuvo congelado como si se tratara de una estatua. Era casi como un pilar en mitad de la calle, con la luz de los relámpagos iluminándolo todo. Y así pudo ver mejor de lo que se trataba.
Eran como vetas en la tierra, algo muy parecido a las venas de un ser vivo, como nervios. Se arrastraban y se expandían por el suelo, pero no con movimientos bruscos ni nada por el estilo, sino que se movían al ritmo de una palpitación, una que recorría todo aquel sistema hasta llegar a las terminaciones. Se dispersaban por toda la calle hasta la maleza a su derecha y por los muros y casas a la izquierda. Lo cubrían todo y se adherían a cada cosa que encontraban en su camino, como las raíces de una enredadera.
Sin embargo, pese a tener ese aspecto simbiótico, lo que más le llamaba la atención eran las luces que viajaban por todas esas “venas”, si es que podía llamarlas así. Eran rojas y naranjas, se movían con las palpitaciones por todo el lugar, viajaban en forma de ida y regreso hacia quien sabe dónde, puesto que no sabía de dónde venían esas “venas”.
Quiso romper la regla por unos segundos, la de estar quieto para evitar el peligro, puesto que, aquella criatura, si es que esa era una criatura, estaba por todo el lugar, y si quería escapar, las probabilidades eran bajísimas. Así que, sin nada más que perder y creyendo que todo aquello podía salir bien de alguna manera, movió su cabeza y miró a su alrededor, esperando no encontrar a ninguna bestia por ahí, porque si esa criatura no había actuado y se movía como lo hacía, le sería más fácil huir a que si se encontraba cerca una de esas otras bestias.
Suspiró al saber que estaba solo, aunque solo con esa criatura en el suelo.
Y entonces movió un pie y luego el otro, y al ver que seguía con vida, pese a que se hallaba frente a las venas en el suelo; pensó que quizás no era tan peligrosa como pensaba. Con sumo cuidado y manteniendo siempre la distancia, se acercó lentamente al animal y lo miró más de cerca.
Tenía el aspecto del sistema nervioso de cualquier animal. Una especie de piel carnosa, pero débil y suave, cubría el interior de lo que sea que fuera aquella cosa. Y el brillo, muy parecido al que proyectaban las luciérnagas, se extendían como pulsaciones por todo el cuerpo. Sin embargo, las preguntas seguían persistiendo en su mente, ¿Qué era eso y de dónde venía? ¿Por qué le causaba una sensación diferente con respecto al resto? ¿Por qué en vez de miedo y pánico, le causaba curiosidad?
Se puso de pie y miró a su alrededor, y cuando se fijó en la calle por la cual llegó hasta ahí, a lo lejos y gracias al brillo de los relámpagos, vio a una sombra alta y molosa, caminar en cuatro patas hacia él.
Estaba muy lejos, lo suficiente como para no ser visto, quizás, aunque no lo podía saber con certeza, pero consciente de que era hombre muerto si se quedaba ahí, buscó en su alrededor un lugar en el cual pudiera esconderse, y así fue, frente a él y cruzando la calle del solar al baldío al otro lado, había un muro protegiendo una casa, y consciente de que aun así corría peligro, no tenía ninguna otra opción, era arriesgarse o morir.
La bestia molosa y en cuatro patas siguió andando, haciendo temblar el suelo, hasta él. Sin embargo, justo cuando estuvo a pocos metros de él, el soldado ya no estaba, se hallaba al otro lado del muro, acostado boca abajo en el suelo, ocultándose con la oscuridad.
Y desde ahí no pudo ver lo que pasó al otro lado del muro, solo escuchó y se imaginó lo que sucedía. Oyó y sintió los pasos pesados de la criatura, luego hubo un ronroneo y quizás un pequeño gruñido, un destello iluminó el ambiente, pero no del cielo al ambiente, sino del suelo al cielo. Después de eso, un aullido fue lanzado al cielo y ahí sintió como los pasos pesados se alejaban del lugar, como si aquella criatura estuviese yéndose.
El joven no sabía si salir era seguro, pero comenzaba a entender más cosas, sea lo que fuera esa criatura que se movía a través de sus venas, probablemente fuera una especie de cerebro, puesto que la bestia que llegó hasta ahí, pareció comunicarse con ella y luego se alejó tras un destello. ¿Acaso resultaban así de organizadas y listas? ¿O solo era su imaginación y sus ganas de sacar algo en limpio de todo aquel desastre? No lo sabía, porque de lo único que podía estar seguro, es que él estaba vivo y que no podía dejarse ver por ninguna de esas bestias.
Como pudo, se puso de pie y saltó para colgarse de la orilla del muro. Subió hasta quedar con la cabeza y los brazos de fuera, logrando apoyarse con sus pies en algo que encontró por ahí, y así, sin saber si alegrarse o decepcionarse, vio cómo las venas se llenaban de algo que identificó como “crisis nerviosa”, porque aquellas luces se dispararon a brillar en muchos colores y a mucha velocidad, yendo de un lado para otro, como si se tratara de un cerebro enviando señales nerviosas por todo el cuerpo.
—¿Qué demonios? —fue lo que preguntó antes de ver en el cerro frente a él, a unos cuantos kilómetros, un rayo siendo disparado al cielo, desde una de sus paredes.
Un extraño sudor helado y una pequeña punzada en su frente, como un dolor de cabeza, aparecieron cuando vio que, en las nubes, como si algo estuviese causándolo desde el otro lado; algo comenzó a palpitar, moviéndolas como los latidos de un corazón, pero en el cielo. Pronto, aquello pareció moverse hacia abajo, como si otra cosa estuviese empujando el cielo hacia la tierra. Le pareció estúpido pensarlo de esa manera, pero era a lo que más se asemejaba su descripción. Era como si el cielo se estuviese cayendo.
Bajó la mirada y con precaución, se percató que las luces en las venas parpadearon de forma extraña, formando círculos con sus brillos en el suelo. Frunció el ceño y miró al cielo, ahí, los rayos formaron patrones extraños, como si estuviesen respondiendo a lo que había en el suelo. Y entonces, en una de aquellas palpitaciones en las nubes, vio a una de estas deformarse hasta mostrar el cielo oscuro del otro lado, algo completamente negro, aunque, había algo que notó después y que destacó bastante, y eso era el brillo extraño de puntos azules, algo parecido a las estrellas, solo que todas de un mismo color.
—Esto no se ve para nada bien… —fue todo lo que dijo mientras observaba el espectáculo en las nubes, mismas que se extendían desde algún lugar más allá detrás de los cerros, y se expandían hasta allá, en algún punto lejos de la ciudad.
Esta vez, habiendo cambiado sus emociones de forma repentina, se sintió atemorizado. No entendía para nada lo que estaba pasando, no sabía si era seguro quedarse ahí donde estaba y mucho menos si la ciudad tenía esperanza alguna. Quizás no debió aceptar esa misión en ningún momento y bajo ningún concepto. Pero ya estaba ahí y estaba tan o más en peligro que el resto de la gente. ¿Qué sucedería a continuación? ¿Qué es lo que se ocultaba tras las nubes y qué era eso que las empujaba hacia abajo? ¿Qué eran esos rayos y qué estaban causando? ¿Qué eran aquellas venas en el suelo y qué estaban haciendo en realidad? ¿Cómo es que se comunicaban con las demás criaturas?
Tenía tantas preguntas que no sabía si era el momento o el lugar para hacérselas. Así que, recordándola a ella y pensando en la misión, en la gente y en lo que su jefa le diría si no tenía el éxito esperado, tomó una decisión más y se arriesgó a salir. De todas formas, ¿Qué más podía perder? Ya estaba en el infierno.
En la radio sonaba algo de City Pop mientras, de fondo, la ciudad brillaba, opacando las estrellas en el cielo. Una silueta masculina se sentó en una silla, junto a, lo que parecía, otra silueta masculina. Pronto, pudieron verse varias siluetas más, siendo un total de siete figuras humanas en aquel lugar, frente a la ventana con la ciudad en el fondo.
No se miraban sus rostros por ninguna parte, solo el respaldar de sus sillas y sus espaldas. Todo estaba oscuro en esa habitación, la única luz que había era la que proyectaba la ciudad y la que ayudaba a distinguir el total de personas y lo que hacían. Todas bebían lo que parecía ser vino en unas copas. La música sonaba suave y la escena parecía sacada de alguna película con influencias ochenteras.
—Entonces… —dijo la figura al centro—. ¿Cuál es el informe?
La figura a su derecha carraspeó y se movió ligeramente en la silla.
—Bueno, según lo comentado por la jefa de la Sección 17, el objeto 237 salió de La Bodega y fue puesto en circulación.
—¿Tal cómo lo pactado? —preguntó la figura central a la que había hablado.
—Así es, señor.
—¿Y cuáles son los resultados?
Todos guardaban silencio, solo la voz del líder y su mano derecha, eran las que se escuchaban.
—Enviamos a un agente al lugar para tomar nota de todo lo sucedido. Queremos cuantificar el alcance de la amenaza y lo que esta podría hacer, sin embargo… —en aquel momento, pudo escucharse como todos parecieron contener la respiración—. No hemos tenido contacto desde hace unas horas con el agente.
—¿Por qué? —preguntó el líder.
—No lo sabemos, creemos que hay una especie de interferencia tras la niebla.
—¿Y qué se ha hecho con el resto de personas en sus alrededores?
—Ya se envió a un operativo para explicar la situación a los pobladores y atender todas sus dudas, de momento, tienen todo bajo control, nadie entra, nadie ha salido, incluidas nuestras comunicaciones con el interior.
—Comprendo, entonces solo tenemos a un hombre adentro.
—Así es, señor.
—¿Él sabe cuál es su misión real?
—Sí. Está al tanto de todo, la jefa de la Sección 17 se lo dejó en claro, tiene dos objetivos, uno explicito y otro implícito, al parecer está atendiendo ambos.
—De acuerdo, esperemos que todo salga bien, si no, ya saben de qué manera resolveremos todo, ¿No?
—Señor, no estará hablando del reinicio, ¿Verdad? —preguntó la figura en el extremo izquierdo.
El líder sonrió.
—No quiero ser extremista, pero todos sabemos lo que debemos hacer si esto se sale de control, no podemos dejar que eso se quede ahí afuera, ¿Entendido?
—Entendido —respondieron todos a un son.
Continuará…
Autor: Danny Cruz.
Revisión. E. N.