Se detuvo un momento a orillas de la carretera. Suspiró en cuanto la motocicleta se quedó quieta, se estiró en el asiento y segundos después se apeó. Miró las llantas, revisó el nivel del combustible y se fijó en la hora de su reloj, casi las tres de la tarde. La carretera se extendía cual serpiente negra unos 400 metros…